Bochorno
Parece que, finalmente, los dioses han escuchado mis ruegos y llueve, al fin, al sur de Madrid. Si aguanta un poquito más antes de refrescar, a lo mejor será posible volver a sentir durante un par de horas esa sensación tan familiar de humedad cálida que se pega por todos lados y, si cierras los ojos, te traslada mentalmente a cualquier mañana de agosto en la playa de Las Canteras. El bochorno, el bendito bochorno.
Me parece, a lo lejos, escuchar cantar a una sirena.