Resistiré
Resulta un tanto paradójico que, cuando anuncio una expansión bloguera y me encuentro con más cosas que nunca que contar, apenas tenga tiempo para ello. Porque esta última semana en Madrid está resultando mucho más intensa de lo que pensaba.
Por culpa de las cenas, navideñas y de despedida, llevo tres días llegando a casa sobre las dos de la madrugada. Y lo peor es que no todas han sido por placer. Como la del martes, en la que sólo pude tomar una Fanta, una Coca Cola y tres canapés, mientras escribía sobre el discurso que acababa de pronunciar Esperanza Aguirre -y escuchaba el de Mariano Rajoy– ante los afiliados y simpatizantes de su partido, congregados para la ocasión en la localidad de Ciempozuelos.
Continuar la noche siguiente, entre croquetas de cabrales, chorizos a la sidra, fabes con almejas y unas cuantas botellas de sidra, mientras te recuperas de un catarro no es lo más adecuado. Sobre todo para escribir al llegar a casa, moqueando y muerto de sueño y frío.
Lo malo es que este desenfreno aún no ha terminado. Resulta que cuando uno pasa algo más de dos años viviendo en una ciudad como Madrid se encuentra con que tiene mucha gente de la que despedirse antes de marcharse. Así que me temo que la cosa no mejorará mucho en los próximos días.
Para seguir con el desgaste, esta noche ceno con algunos de los compañeros con los que coincidí en la Universidad de verano de Santander y mañana me voy de tapas con la gente de Finanzas de La Gaceta, quizá la cita que espero con mayor ilusión.
Pensaba dedicar el domingo a descansar, pero voy a tener que emplearlo en acabar de vaciar los roperos y armarios y preparar la maleta, porque el lunes he quedado para comer con una amiga y, tras el trabajo, me despido de las compañeras de la sección, algunos editores y los jefes tomando algo.
Y se supone que el martes por la mañana, si llego vivo, tengo que salir escopeteado para el aeropuerto.
Ayer hablaba de esto con algunos compañeros que se encuentran en mi misma situación -sólo en Nacional nos vamos once a delegaciones internacionales- y tampoco tienen tiempo para despedirse en condiciones de todas las personas que quisieran.
Al llegar a la parte de no saber si acabaríamos vivos, alguien, con muy mala leche, dijo que no nos quejáramos, que a estas edades somos como los juncos, que se doblan pero siempre siguen en pie.
Seguramente, al resto de los que se van, que apenas pasan del cuarto de siglo, se les podrá aplicar esta definición, pero uno, que ya anda inmerso en la treintena, ha perdido bastante de esa flexibilidad.
Tanto, que hasta sabe que le andaban parafraseando un viejo éxito del Dúo Dinámico.
Dúo Dinámico, Resistiré, 1987.
Pd: Siento seguir torturándote, Eowyn.
Me has dejado desconcertado. Entre lo del canapé en Ciempozuelos, el vídeo del Dúo Dinámico, tu falta de flexibilidad y que te tomes unos «culines» en Madrid… Es que… ¡No te reconozco!
Y tendrás tiempo para «descansar» algo???
Bueno, yo te encontré bien. Ilusionado, y eso le hace a uno sacar más fuerzas todavía.
Según el cronograma, ahora estarás con la ropa. ¡Que te sea leve! En realidad, no te vas a ir del todo.
Imperdonable lo de irte de sidras, croquetas al cabrales y demás…. SIN MI!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Y por cierto… basta ya de videos dañinos para la salud!!!!!!!!!!!jeje
Gracias a todos por los ánimos y espero poder descansar un poco en Gran Canaria, porque tengo las defensas bajo mínimos.
Juan Pedro, gracias a la comunicación instantánea que permite Internet, uno nunca termina de marcharse de los sitios. O, hablando en plata: amenazo con seguir dando la lata en forma de blogs. 😉