AQMA: Ese refresco del que usted me habla es así
Si alguna compañía ha sido capaz de crear con sus anuncios un imaginario colectivo que haya calado de tal forma en la sociedad que, décadas después de su emisión, sigan grabados en la memoria es la que fabrica ese refresco que usted y yo sabemos. En Aquellos Maravillosos Años ya vimos algunos ejemplos de ello, pero, por razones de espacio –en 365 entradas no daba tiempo a contarlo todo–, algunos muy significativos se quedaron fuera.
Porque esa bebida carbonatada y –en muchas de sus versiones– excesivamente azucarada es tan capaz de prometer insuflar a sus consumidores la chispa de la vida con cada sorbo y convertirse en la sensación de vivir, como de querer dar al mundo entero un mensaje de paz o transformar las once y media en la hora más caliente de la oficina. Para, acto seguido, reinventar cada una de esas campañas hasta la extenuación, aunque eso pase por recurrir a un puñado de triunfitos de nueva generación para que reinterpreten –con desastroso resultado– su gran éxito navideño.
Pero da igual, se le perdona –o no–, porque todos lo sabemos: Coca Cola es así.
Coca Cola, Coca Cola es así, 1986.