Baja del cielo, Modesta
No hace mucho, mientras escuchaba lo que parecía ser una conversación telefónica entre dos enamorados –en este punto debo aclarar que no lo hacía porque quisiera, sino porque uno de los interlocutores se encontraba a menos de cinco metros de mí y no hacía el menor esfuerzo por que no se le escuchara–, me di cuenta, una vez más, de que hay cosas que nunca cambian.
En un momento dado, él –que era a quien tenía al lado–, respondió a algo que, imagino, le estaba diciendo ella con una frase que, del tiempo que hace que no la escucho, no recordaba y que, por un instante, me llevó de nuevo a mis años de instituto: «Baja del cielo, Modesta, que sube…». Léase en los puntos suspensivos el nombre de la chica en cuestión y que, curiosamente, él no llegó a pronunciar.
Como otras muchas frases hechas, esta expresión que viene a equivaler al tradicional «no tiene abuela» dedicado a quien no escatima a la hora de destacar sus propias virtudes, jamás me gustó demasiado, lo que no era óbice para que fuera usada por muchos de mis amigos en esa época.
El caso es que al escuchar a este chico utilizar esa expresión, no pude evitar soltar una pequeña risa, en parte por la gracia que me hizo que la empleara un joven en edad universitaria y en parte por si, al escuchar cómo me reía, se cortaba un poquito y me dejaba ver la tele en paz.
¡Qué fuerte! Solo te faltaría escuchar «cuelga tú, no tú… ¡Pero si no colgaste!…»
¡Qué se corte un poco, por favor!