Tristeza de amor
Hace unos días que, gracias a mi prodigiosa memoria para cosas aparentemente carentes de utilidad práctica, una canción y las imágenes televisivas a las que la asocio, me rondan por la cabeza durante varias horas al día. Se trata de la cabecera de Tristeza de amor, una serie que produjo Televisión Española allá por 1986.
La historia, protagonizada por Concha Cuetos y Alfredo Landa, se sitúa en una emisora de radio que prepara un nuevo programa nocturno y se centra en las relaciones humanas –presentes y pasadas– entre los miembros del equipo. Hay que reconocer que uno de sus alicientes es ver a una jovencísima Emma Suárez en el papel de la problemática sobrina de la protagonista –o eso creo recordar–.
Aunque la primera vez que fue emitida yo debía andar por los ocho años y, por tanto, el argumento de la serie se me escapaba –aunque fue repetida en algún verano de los 90–, esas imágenes de un Madrid nocturno, rodadas desde un vehículo en movimiento, siempre me llamaron la atención. Se me quedaron grabadas en la memoria.
Desde entonces, me he sentido atraído por las secuencias que emplean ese tipo de imágenes en movimiento. Sobre todo si se utilizan, como aquí, en un escenario nocturno. Si, además, este es tan conocido como el Paseo de la Castellana, el efecto es aún mayor. Por cierto, que no puedo dejar de señalar el toque nostálgico que da a las imágenes la destacada presencia del desaparecido edificio Windsor, en el que parece encontrarse la emisora.
Y, sin embargo, creo que lo que dota absolutamente de personalidad a estas imágenes –y, quizá, lo que hizo que quedaran grabadas en mi memoria– es la canción que las acompaña, compuesta e interpretada por el desaparecido cantautor Hilario Camacho.
Creo que imágenes y canción, tal vez por la sensación de amargura real que desprende esta última, forman un binomio perfecto a la hora de mostrar lo amarga que puede llegar a ser la carrera por el éxito. Porque, en aquel momento, con apenas ocho años, no sabía la verdad que escondían aquellos versos que decían que «son muchos los que mienten para resplandecer pagando por su vida un interés».
Hace tiempo que descubrí que son demasiados los que lo hacen y me niego a ser uno de ellos.
Tristeza de Amor, Créditos de apertura, 1986.
kiero k me manden videos de todo tipo