ABC 2010: Un día para la historia
Las agujas de mi reloj de pulsera rozaban la medianoche cuando, junto a un par de compañeros, salía de la redacción, después de una larga, estresante y agotadora jornada de trabajo. Pero, también, histórica. Nos marchábamos cansados y hambrientos, pero satisfechos de haber podido participar de uno de los momentos que, sin duda, pasarán a formar parte de la pequeña historia del periodismo: la elaboración del primer número del nuevo ABC.
Cuando nos marchamos, la primera edición del primer número del ABC 2010 –nombre con el que se ha denominado el proyecto– que saldrá a la calle ya había llegado a la redacción y la segunda –con las modificaciones oportunas ya realizadas– estaba a punto de cerrarse para comenzar a imprimirse, si no lo había hecho ya. Algo que, a primera hora de la tarde, parecía casi imposible de lograr.
Y era lógico. Nos enfrentábamos a un nuevo diseño que, aunque conocido, aún nos es extraño y lo hacíamos estrenando una versión del sistema informático. Y, para terminar de cerrar el círculo, la jornada venía cargadita de informaciones de impacto, al menos en lo que al mundo de la economía –como es lógico, cada uno se preocupa de los temas que le afectan– se refiere.
Sin embargo, todo ese cúmulo de pequeños inconvenientes y la propia vorágine informativa nos dio la oportunidad de vivir una jornada de vértigo; quizá la más parecida –salvando las distancias– al día a día de las redacciones de hace veinte o treinta años con la que haya podido enfrentarme hasta ahora y, casi con toda seguridad, con la que pueda hacerlo en mucho tiempo. En definitiva, un día para la historia.
El primer número del nuevo ABC ya está en la calle y la nueva web –cuando nos marchamos de la redacción todavía quedaban muchos compañeros ultimando detalles– estará en la red en unas pocas horas. En ambos casos se trata de un cambio profundo, no sólo en las formas, sino en el fondo; no sólo en el contenido, sino en la manera de concebirlo, enfocarlo y elaborarlo, lo que en última instancia se traduce en una nueva cultura; en la creación de una redacción única y unificada que trabaje con independencia del soporte en que vaya a ser publicada la información. Una nueva forma de entender el periodismo, en suma, que ha levantado bastante expectación en la red estos últimos días atrás.
Llevábamos meses esperando este momento. Y ahora que el nuevo ABC está en la calle, sólo queda trabar para seguir mejorando el producto que ofrecemos a nuestros lectores. El de hoy, a pesar de ser un día que pasará a la historia de este diario centenario, no ha sido más que un primer paso. Quizá el más importante, pero no definitivo.
Después de salir de la redacción celebramos el éxito de la jornada cenando en un Vips –el único restaurante que encontramos abierto–. Cuando llegué a casa, el reloj casi marcaba las dos de la madrugada. En este momento se acerca peligrosamente a la hora en la que la está previsto que la nueva web de ABC se lance al ciberespacio. Sin embargo, esperaré a mañana para navegar por ella. Es ya muy tarde y, sobre todo después de una jornada como la de hoy, necesito dormir.
Hay que levantarse fresco y descansado para afrontar nuestro próximo gran reto: la confección del segundo número del nuevo ABC 2010. Y eso toca mañana.

Portada, en primera edición, del ABC del 11 de junio de 2010.