El spam amenazante
Los hay que ofrecen sexo explícito, ganar fortunas en casinos virtuales o adquirir medicamentos milagrosos; suelen estar en inglés, aunque algunos llegan con caracteres cirílicos o, incluso, chinos. Los hay tan amables –diciéndote lo bien que escribes y lo interesante que son tus artículos– que, en ocasiones, hasta te da pena borrarlos. Y, aunque es cierto que con la crisis parece que llegan menos –ni ellos se escapan de la mala marcha de la economía mundial–, no hay blog que se precie que no reciba un comentario con spam de vez en cuando.
Sin embargo, hasta el pasado domingo no había recibido ninguno como el que quedó atrapado en la carpeta de comentarios basura y que, imitando las formas de los despachos de abogados contratados por alguna que otra entidad de gestión de derechos de autor, exigía la retirada del artículo en que fue insertado en el plazo de cinco días, bajo la amenaza de, en caso contrario, inundarlo de spam.
«Spam will be here», dice. Por mí, como si se trae a toda su familia. Yo uso Akismet.