¡Cómo ha cambiado el cuento!
Cuenta un viejo y bastante mediocre chiste que andaba un día el Lobo Feroz por el bosque cuando se encontró a Caperucita Roja y, fiel a su tradición, le preguntó «¿A dónde vas, Caperucita?». Ni corta ni perezosa, la niña le contestó con un «Al río a lavarme el [insértese aquí el sustantivo soez que le apetezca para denominar a los genitales femeninos]». La respuesta lo dejó tan pasmado que sólo fue capaz de exclamar «¡Coño, cómo ha cambiado el cuento!».
Y precisamente eso fue lo único que pude pensar hace unos días, cuando me topé con un anuncio en el que aprovechaban una variación de la conocida historia de la princesa Rapunzel para promocionar nada menos que una loción antipiojos, como si esos desagradables bichejos fueran ahora algo de lo más divertido y no nos provocaran picores capilares sólo con nombrarlos.
Anuncio Paranix Sensitive, 2012.
Pues eso, que cómo ha cambiado el cuento desde que en los años 80 nos invitaban a vencer a estos parásitos al ritmo del pegajoso «Filvit champú, Filvit mamá, porque más vale Filvit que tenerse que rascar».
Hoy no lo reconoce ni los Hermanos Grimm.
Anuncio champú antipiojos Filvit.