Deseos de cosas imposibles
Hace ya bastante tiempo, alguien me dijo que yo era como el poeta que decide trabajar en un banco del que habla una canción de La Oreja de Van Gogh. En cierto modo, estaba en lo cierto. Sólo que yo soy más de prosa y, tal vez por eso, preferí que ganara el corazón a la razón.
Porque cuando uno persigue algo con todas sus energías, los deseos rara vez son imposibles de alcanzar.
La Oreja de Van Gogh, Deseos de cosas imposibles, 2003.