Como Cruz de navajas
Los meses comprendidos entre marzo y junio del pasado año, gracias a mi participación en el taller literario Factoría de Ficciones, se convirtieron en mi, hasta este momento, época más prolífica en lo que a obras de ficción se refiere. Durante el mes de julio, además, estuve inmerso en la escritura de un cuento que formaría parte de un libro que recopilaría los trabajos finales de los integrantes del taller.
Después de algunos retrasos, tal y como anuncié a comienzos de esta semana, ayer se presentó el resultado de esa experiencia: Taller de cuentos. Aunque se trata de un volumen no venal, financiado por la Dirección General del Libro del Gobierno de Canarias y, por tanto, de corta tirada, me hace bastante ilusión formar parte de los escritores que firman en él porque me convierte en autor con obra publicada.
A pesar de haber firmado numerosos artículos en prensa, Un mal día, junto con alguna de las sorpresas que contienen las últimas páginas del libro, se ha convertido en la primera de mis creaciones impresas con ánimo de perdurar en el tiempo y eso, quieran que no, le infla a uno un poco el orgullo. Sobre todo si jamás pensaste en que esa afición a escribir pudiera ir más allá de eso, de ser una simple afición.
No soy quién para calificar mi obra, sobre todo porque creo que no resistiría mi propia crítica. Quizá por ello, en los meses previos a la publicación del libro, di a leer el manuscrito a varias personas en cuya sinceridad tengo plena confianza. Todas las opiniones fueron, en general, positivas. Sin embargo, tengo que reconocer que una de ellas, me dejó bastante descolocado.
«Tu cuento me recordó mucho a aquella canción de Mecano; a Cruz de navajas«, fue lo que me soltó Eva el pasado domingo mientras paseábamos por el Retiro. Según ella, al leer el cuento le ocurrió como con el tema musical, que a medida que la historia avanza, comienza a imaginarse cuál va a ser su final y sospecha que no le va a gustar, por lo que me pedía que la continuara. En su opinión algunos personajes merecen que sepamos cómo es su vida o, al menos, por qué su vida es como es.
Lo siento por Eva, pero creo que la historia de los protagonistas de Un mal día nace y muere en Un mal día. Ahora mismo ando metido en otros proyectos –que avanzan con bastante lentitud– y no me veo retomando una historia que para mí ya está acabada.
Que mi cuento le recordara una de mis muchas canciones favoritas de Mecano –inolvidable la magnífica versión de Celia Cruz– es más que un halago. Que la historia de Ángel y Ana muy poco tenga que ver con la de Mario y María es lo de menos.
Mecano, Cruz de navajas, 1986.
Ya solo te queda plantar un árbol o tener un hijo, o ambas cosas… 😀
@D’Hubert, por partes: árboles, planté unos cuantos en mi época estudiantil, cada vez que se celebraba el día del ídem; libros, casi mejor escribir uno enterito que firmar sólo un cuento, pero te aceptaré barco; y en cuanto a lo del hijo (por lo que yo sé), sí que te tendré que dar la razón. 😀