Treinta y cinco
La esperanza de vida al nacimiento en España en 1978 se situaba en 74,3 años, según datos del Banco Mundial. Para los varones nacidos en Canarias esa expectativa de vida descendía hasta quedar por debajo de los 72. Mi abuelo paterno falleció en su cama en 1989 con 74 años, mientras que el materno lo hizo tras una larga enfermedad en junio de 2000. Tenía 76 años. Basándome en estos datos y si todo va bien, es muy probable que dentro de los próximos cinco años contados a partir de hoy, un servidor atraviese el ecuador de su vida.
Sé que puede parecer un poco macabro celebrar así –y tan pronto, sin esperar siquiera a la crisis de los 40– un cumpleaños, pero yo prefiero considerar que simplemente pongo en perspectiva el hecho de que aún dispongo de, al menos, otros 35 años para seguir intentado alcanzar las metas que le he ido imponiendo a mi vida. Porque, pese a que en estos años ya he cumplido muchos sueños, aún tengo bastantes más por conseguir.
Bon Jovi, It’s my life, 2000.