Qué linda es la nieve (o qué vivan los fósforos)
Durante las últimas 48 horas –en las que no he encendido el ordenador ni una sola vez y mi único contacto con Internet ha sido a través del teléfono móvil– he aprovechado para quitarme de encima algunas tareas que tenía pendientes desde hacía algún tiempo, pero que mi yo procrastinador me hacía ir posponiendo.
Una de esas ocupaciones fue vaciar, limpiar y reorganizar mi, ejem, pequeña biblioteca. Sin duda fue la tarea más tediosa y que más tiempo me llevó, pero era también la más necesaria. Por suerte, pude amenizarla escuchando algunas de las mejores intervenciones de los fósforos del programa de Carlos Herrera en sus temporadas vespertinas, y que se incluyen en los cds que acompañaban a los libros que recogían lo más destacado de esa sección. Me volví a reír muchísimo, pero a pesar de ello no conseguí me cupieran todos los libros.
Y lo malo es que en la habitación no me cabe otra estantería.
Aunque no es estrictamente una intervención de un fósforo –pero sí igual de divertida– y el mes de agosto no parezca el momento más indicado, les dejo con el diario de un argentino en Toronto, uno de los muchos momentos hilarantes de este programa y que, casualmente, acaba de llegar de nuevo a mi bandeja de entrada. Que lo disfruten.
Herrera en la Onda, ¡Qué linda es la nieve!