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Cumpliendo propósitos de Año Nuevo

sábado, 5 enero 2019

Con unos días de retraso sobre el plan previsto, pero coincidiendo con el momento en el que miles de cabalgatas recorren toda España para que se convierta en una especie de carta a los Reyes Magos, llega el momento de expresar algunos de los siempre necesarios propósitos con los que uno afronta el nuevo año. Convencido, además, esta vez de que muchos de ellos van a cumplirse –voy a cumplirlos–, porque 2018 ha acabado con bastantes de los propósitos que asumí a su comienzo conseguidos.

Carta a los Reyes MagosEl año pasado, tras la transición de 2017 –estabilización en el trabajo, compra de un piso e inicio del acondicionamiento–, fue el de los cambios. En él me independicé por tercera –y espero que definitiva– vez, me propuse perder doce o trece kilos y bajé casi veinte, hasta situarme en el peso más bajo que recuerdo haber tenido en mi vida adulta y que, siete meses después y a pesar de las Navidades, aún mantengo. También, en estos últimos meses, he conseguido introducir algunas rutinas relacionadas con el deporte –aunque llevo casi un mes sin salir a correr–, he retomado pautas de alimentación sana que –por dejadez y una vida demasiado estresada– había abandonado y he retomado actividades que había dejado un poco de lado, como la lectura cada día.

Así que en 2019 me he propuesto volver a escribir. Empezaré con esta bitácora. En principio recuperando a partir de mañana la continuación de Aquellos Maravillosos Años en forma de columna dominical –de las que ya tengo escritas las próximas cuatro que se publicarán y subiendo, así que esta vez va en serio–, pero la intención es que estas den paso también a una actividad más constante y, probablemente, a un rediseño de este blog que, tras diez años con el mismo aspecto, lo aligere y modernice.

El siguiente paso, una vez consolidados estos, será retomar mi novela con la vista puesta en terminar el primer manuscrito a lo largo de los próximos doce meses. Y, en lo personal, seguir cuidando la alimentación y haciendo deporte para mantener el peso perdido –y poder acabar de renovar el guardarropa–, porque, después de viejo, he descubierto que eso de mente sana in corpore sano es una verdad como un templo. Y cuanto más activo estoy, más fácil me resulta cumplir con esos propósitos de año nuevo que todos hacemos y que, al llegar febrero, ya tenemos completamente olvidados.

Porque, cuando no los olvidas y los cumples, la satisfacción es intensa. Y esa sensación es adictiva. Muy adictiva.

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