Siempre que vuelves a casa me pillas en la cocina
Cuando llegué a Madrid, no podía evitar que, cada vez que intentaba cocinar algo, una canción asaltase mi mente de forma insistente. Sonaba en la voz de Vainica Doble y Joaquín Sabina y decía algo así como que «siempre que vuelves a casa / me pillas en la cocina / embadurnada de harina / con las manos en la masa».
No era otra cosa que uno de los muchos recuerdos televisivos de mi infancia. En este caso, la sintonía del programa de cocina por antonomasia de la televisión en España. Se llamaba Con las manos en la masa y era una idea original de su presentadora, Elena Santonja. El planteamiento era muy sencillo. Cada semana el plató recibía la visita de un personaje famoso que, mientras cocinaba un par de platos junto a Elena, repasaba diferentes aspectos de su vida, relacionados, o no, con la gastronomía. Además, las recetas solían tener alguna significación especial para el invitado.
El programa se mantuvo en antena durante cerca de una década y, aunque su cabecera varió –creo recordar que la que reproduzco al pie no es la original–, su sintonía siempre fue la creada por Vainica Doble y que está, desde entonces, indisolublemente ligada a la historia de la televisión y la cocina en este país.
Es curioso, porque aunque Canarias no sea un lugar en el que el frío y la lluvia nos acompañen con frecuencia, cuando escucho esta canción me siento transportado a una lluviosa tarde de diciembre, cerca de navidad, en la que me veo sentado en el sillón del salón, intentando aspirar los aromas de esa comida que preparan desde el otro lado del televisor. Mientras cocinan, la anfitriona y el invitado se cuentan miles de anécdotas. Se nota que disfrutan.
Hoy en día, tras superar la etapa de los cocineros estrella, se echa de menos un programa como aquél. Quizá lo más parecido haya sido Vamos a cocinar con José Andrés, que resulta ser una mezcla de ambas tendencias, en la que un cocinero estrella recibe a un invitado que va a probar sus recetas. Y, claro, no es lo mismo.
Las pasadas navidades tuve la suerte de ver la reposición de un par de programas en el desaparecido canal TVE 50 años. Mi padre hacía zapping y aterrizó en el canal justo cuando comenzaba a sonar la sintonía. Al igual que entonces, me sentí inmediatamente hipnotizado y permanecí sentado durante la siguiente media hora, atento ante el televisor.
Resulta una lástima que la emisión en TDT del canal 50 años durase tan poco. Para los que crecimos durante los años ochenta era una forma inmejorable vernos transportados, a través de la imagen, a nuestra infancia. Afortunadamente, siempre nos quedarán los recuerdos. Y, a veces, Youtube.