Inventando cuentos (8): Incomprendidas
Aliviadas porque al fin un barco había atendido a sus advertencias y se alejaba de las peligrosas costas de su isla, dejaron de chillar. Entretanto, aún atado al palo mayor de su nave, Ulises imploraba a su tripulación que pusieran rumbo hacia aquella isla desde la que lo llamaban los cantos de las sirenas.

