Entre finaos y castañas
Aunque hace ya tres años que se jubiló, parece que mi padre no termina de marcharse del colegio. Cada vez que el calendario marca que toca celebrar alguna actividad –sobre todo las relacionadas con la llamada cultura canaria–, sus antiguos compañeros suelen llamarlo para que les eche una mano con la organización, supongo que porque siempre fue uno de los más activos a la hora de instaurar este tipo de acciones.
La última ocasión en la que ocurrió esto que cuento fue este martes, cuando –con un poco de retraso– celebraron en el colegio su particular fiesta de los finaos.
Para quien no la conozca, la fiesta de los finaos –finados, en correcto castellano– consistía en una reunión de familiares, amigos y vecinos que, sobre todo en zonas rurales, pasaban la noche de difuntos charlando y comiendo dulces y frutos de la época como castañas, nueces, chochos (en su primera acepción) o manzanas del país.
Con el paso del tiempo, la tradición se ha ido perdiendo, en favor de otras fiestas importadas desde Estados Unidos. Sin embargo, en los últimos años se han registrado diversas iniciativas encaminadas a su recuperación. Este año, el Ayuntamiento de Arucas ha desarrollado una de esas actividades por los centros escolares del municipio. Y el pasado martes le tocó el turno al colegio de Santidad.
Los alumnos de los últimos cursos asistieron a una representación de la fiesta durante la que Loli León, responsable de la Biblioteca Municipal, les explicó cómo se desarrollaban esas veladas, mientras que los Labrantes de la Palabra compartieron algunas de las historias que se escuchaban en esas noches de difuntos y los grupos de música y baile de las Escuelas Artísticas Municipales pusieron la nota musical al evento.
Además, los niños más pequeños –y aquí entra en juego mi padre– asistieron al proceso de asado de más de 50 kilos de castañas que acabaron siendo devorados junto a chochos, nueces, queques y otros dulces.
Les puedo asegurar que fue una mañana marcada por los olores –a lluvia y asado de castañas– y los colores, típicamente otoñales, por los que va pasando este fruto al tostarse. Como no es posible trasladarles el olor, pero sí el color, les dejo con este vídeo que resume un proceso que se repitió hasta en cuatro ocasiones y, también, con dos curiosidades y una recomendación.
Curiosidades: presten atención a los materiales con los que están fabricados el tostador (un viejo bidón de metal) y el meneador (una escoba de palma recortada). Recomendación: aunque ya sea algo tarde pero dada la fecha que se conmemora, aprovéchenla como excusa para leer una leyenda de Bécquer: El Monte de las Ánimas. Yo lo hago casi todos los años y siempre me impresiona.
En mi pueblo a esta fiesta se le llama «amagüestu». La gente se reunía (y aún hoy lo seguimos haciendo) a beber sidra dulce y tomar castañas. Hasta en lo scolegios se celebra y se aprovechan estas fechas para que los niños aprendan cultura popular, canciones, bailes, mitologia… la verdad es que son unos dias mágicos…
Hay que ver las fiestas populares de Norte a Sur,cómo celebramos lo mismo con diferentes nombres!