Como una moto
Esta primera semana en Madrid ha resultado mucho más intensa de lo que pensaba, tanto en lo laboral como en lo personal, por lo que me ha brindado bastantes temas sobre los que escribir en esta bitácora. Sin embargo, como corresponde a casi cualquier mudanza, son también días de ir como una moto, con muchas cosas por hacer y poco tiempo para dedicarles. Y, claro, hay que establecer prioridades.
Puestos a elegir, comprar comida y cocinar, por ejemplo, ocupa en la lista un lugar anterior a contarles las ideas que me rondan por la cabeza. Así que, hasta que me centre y pueda relajarme un poco, tocará seguir soportando este irregular ritmo de publicaciones.
Y, ahora, como el estómago manda, me voy a comer. Les dejo con una canción que no se me va de la cabeza desde que leí esto. Lo cierto es que no sé por qué no dejo de tararearla, porque, para ser sincero, aún me parece un poco pronto para sufrir el preceptivo ataque de nostalgia.
Tocará cuando pueda relajarme. Cuando deje de ir como una moto.
Parranda de cantadores, Cielito mío, 2006.