Gritar
Hoy he tenido un día extraño. No diré que ha sido un mal día –porque no lo ha sido–, pero sí incómodo, una de esas jornadas en las que multitud de pequeños inconvenientes se suman para, poco a poco, ir volviéndote loco. Tu mente se empeña en divagar y tú sólo quieres que se quede en blanco.
Con mis padres ya de vuelta en una Gran Canaria azotada por el viento, este jueves amaneció gris y apagado, tras una noche agitada y trufada de sueños que rayaban la pesadilla. Una sensación extraña te acompaña desde que te levantas y sientes que tienes la cabeza en otra parte, mientras realizas las tareas de cada día de forma automática.
En el metro, de camino al trabajo, la extraña sensación de familiaridad que te produce la lectura de El guardián entre el centeno –a pesar de que no lo habías leído antes– contribuye a aumentar ese extraño desasosiego.
En la redacción, la mezcla de las corrientes de aire glacial con el calefactado me producen escalofríos y un pequeño susto sin consecuencias –afortunadamente se quedó en un susto– terminan de descentrarme. Definitivamente, pienso, me gustaría estar en algún lugar a miles de kilómetros de aquí. Aunque quizá no haga falta, porque me parece que mi cabeza llegó a él hace rato. En ese instante, en el que deseas meterte en la cama para que el día acabe y de paso a otro mejor, sólo te apetece una cosa: gritar.
Pero no lo haces. En lugar de ello, simplemente te sientas ante el ordenador y afrontas un día extraño que, por un momento, pudo haber sido un mal día.
Jarabe de Palo, Grita, Versión 2009.
Me encanta esta canción!