Elegir es renunciar
Tomar una decisión significa siempre renunciar a todas las opciones que no sean la decisión tomada. Escoger carne, por ejemplo, a la hora de pedir en un restaurante, implica necesariamente no tomar pescado. Y, dentro de la carne, decantarse por el entrecot, elimina de la ecuación solomillo, churrasco e, incluso, al socorrido y mucho más barato pollo. Sin embargo, hay elecciones cuyas consecuencias son mucho más serias de las que pueden derivarse de la dicotomía entre carne y pescado.
Porque elegir, decantarse por algo, siempre trae como consecuencia, a veces explícita, implícita la mayoría de las veces, renunciar al resto. Aunque no nos demos cuenta. El año pasado, por ejemplo, cada vez que me enteraba de alguna exposición, obra de teatro o convocatoria de algún evento interesante en Madrid, me lamentaba porque las circunstancias me tuvieran de vuelta en Gran Canaria, impidiéndome asistir. Aún siendo consciente de que si hubiese estado en la ciudad probablemente no habría acudido a la mitad de ellos, me daba rabia no tener la facultad de elección.
Sin embargo, al haber elegido venir a Madrid hace unos años y regresar a Madrid hace unos meses, he tenido que renunciar a estar en Gran Canaria y, por tanto, perderme muchas cosas. Cosas que ya no sólo te da rabia, sino que te duele no poder asistir a ellas.
La primera vez que me ocurrió fue al poquito de instalarme en Madrid por primera vez. Mi padre acababa de jubilarse y sus compañeros organizaban una cena de despedida en su homenaje. No pude ir, así que envié una carta para que la leyeran en mi nombre para, al menos, estar en espíritu.
Así, me perdí también un par de noches de San Juan y unos cuantos cumpleaños, excepto el de mi abuela. Y es que 80 no se cumplen todos los años.
No se trata de que pretenda quejarme por estar lejos de casa y perderme todas esas cosas. Al fin y al cabo, estoy aquí porque quise –porque quiero–; porque tenía un sueño por el que luchar y quería hacerlo. Renunciar a algunas de esas cosas era el precio que tenía que pagar.
Esta noche, al llegar a casa y abrir el correo, me encontré con una invitación para la presentación de Cambio de rumbo y otras historias pigmeas, el último libro de Ángeles Jurado. Será el próximo miércoles 3 de marzo a las 20:00 en la sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Mesa y López, 15 de Las Palmas de Gran Canaria. Me encantaría ir; es más, me apetece muchísimo. Pero estoy en Madrid y no voy a poder. Mala suerte. En cualquier caso sé que Angie me va a perdonar.
Quien va a tener un poco más difícil perdonarme voy a ser yo mismo cuando, dentro de un par de meses, se presente un libro para el que escribí un cuento, en un acto que casi con toda probabilidad voy a perderme por estar trabajando en Madrid. A ver si para esa fecha consigo escaparme, porque para el de Angie ya no llego. Mala suerte.
Siento meter el dedo en la herida pero lo voy a hacer (soy medio diablilla!jeje)… este fin de semana te pierdes «kiere ser millonario», «tabú», «party fiesta»,»trivial pursuit»… cenorra y bebedorra… ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
No te preocupes, te mantendremos informado!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! XD
Ya, @Eowyn, lo sé. Pero es que elegir es renunciar. 😉
🙂 Pues para echar sal en la herida: parece que Miguel va a estar presente y te puedes perder la primera presentación literaria de la historia con lactancia materna incorporada 😉
Ufff, @Angie, no sé qué decirte 🙂
Hombre de poca fe … 😉 Nenito seguro que aprecia lo original de la convocatoria 😉
¡Hum! Netito, el-hombre-a-una-cámara-pegado… ¡Dios!, entonces habrá foto del momento. 😛