Una niña fue a jugar
Esta mañana escuchaba una tertulia en la que comentaban un estudio que mostraba que, a causa de la crisis económica, alrededor de 42.000 hombres han decidido quedarse en casa ocupándose de las tareas del hogar, mientras sus mujeres se encargan de aportar dinero al hogar. Es decir, la inversión de los roles clásicos imperantes en nuestra sociedad.
Pronto, la conversación derivó hacia el papel que adopta cada miembro en la mayor parte de las parejas y se comenzó a discutir si el hombre ayudaba lo suficiente en las tareas domésticas. Sin embargo, en mi modesta opinión, esta discusión cae en una trampa muy común y en la que se repara pocas veces.
No se trata de determinar si el hombre ayuda lo suficiente, sino de si se comparten las suficientes tareas, ya que al hablar de compartir se asume que estas corresponden a ambos. Hablar de ayudar, por mucho que intente defender la igualdad de la mujer, sólo perpetúa su posición subordinada, puesto que implícitamente implica que esas labores le corresponden a ella y el hombre, simplemente, se digna a aliviarla de parte de esa carga que por naturaleza le son propias.
El lenguaje es muy poderoso y muchas veces no somos conscientes de cómo lo utilizamos; de que no decimos lo que queremos decir. Por suerte, hoy en día apenas se discute que esas tareas no son propias de ningún sexo, por lo que el hombre no tiene que ayudar a la mujer, sino compartir esas labores con ella.
A pesar de estos pequeños matices, ya se han superado muchas situaciones, antaño normales, como aquellas que contaba allá por los años 70 del pasado siglo una canción de los Payasos de la tele en la que, día tras día, una niña se quedaba sin jugar por culpa de las tareas del hogar. Por fortuna, hoy nos parecería absolutamente incorrecta y fuera de lugar.
Los Payasos de la tele, Los días de la semana, 1973.
Por fortuna, como bien dices, queda muy atrás las situaciones de «Una niña fue a jugar»; por desgracia, la palabra «ayudar» en las tareas del hogar sigue demasiado presente en nuestro vocabulario.
Discrepo contigo en que «hoy en día apenas se discute que esas tareas no son propias de ningún sexo». No se discute, pero aún queda muy arraigado que son competencia de la mujer. De ahí que, incluso nuestra generación, siga diciendo «mi padre ayuda en casa». Si bien es cierto, cada vez son más los hombres los que se hacen cargo de estas actividades, pero, no por un cambio de mentalidad o educación, sino, más bien, por una «fuerza mayor»: la crisis, como bien apuntas.
NOTA: Me ha encantado la relación del estudio con la canción de los payasos. Enhorabuena.
@Carmen, yo no creo que discrepemos. Al contrario, los dos defendemos lo mismo: aunque las cosas han cambiado mucho desde que «esa niña no pudo ir a jugar», todavía queda mucho trabajo por hacer. Y, aunque la crisis influya en el cambio -que lo hace-, la educación tiene que jugar un papel importante. 😉