Intermitencias
Apenas han transcurrido 24 horas desde que aterricé en Madrid, después de pasar cinco escasos días en Gran Canaria y ya me parece que hace meses que no piso la Isla. Este calor de primavera agonizante sigue haciendo de las suyas y me obliga a tener las ventanas abiertas. A pesar de que la noche comienza a internarse en la madrugada, el aire fresco brilla por su ausencia.
Luchando contra unos dedos empeñados en pulsar la tecla equivocada, en el teclado de un ordenador portátil con tendencia a sobrecalentarse, y unos párpados que pesan demasiado como para continuar abiertos por mucho tiempo más, me acerco a esta bitácora sólo para advertir de que, a pesar de que no doy salida a los temas que tengo pendientes desde hace ya bastante tiempo y de que a ellos se suman otros muchos que se me ocurren cada día, no garantizo una frecuencia regular de publicación –o una mínima coherencia en lo publicado– en los veintitrés días que aún le restan a este mes.
Durante las próximas semanas, me temo, voy a andar un tanto liado entre la adaptación a un nuevo horario en el trabajo –y que se suma al rediseño del periódico y su web– y a un casi confirmado cambio de piso. Aunque ambas novedades –presumiblemente– me van a aportar más tiempo libre y, por tanto, más oportunidades para (potencialmente) ponerme al día con esta bitácora, mientras no inicie –y concluya– ambos procesos, me estabilice y me adapte al nuevo horario, mi estado será de continua intermitencia.
[Fotografía de doctor_bob/Morguefile]