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Las imprudencias no sólo las pagas tú

lunes, 5 julio 2010

El primer fin de semana de julio, operación salida de vacaciones, se saldó con, al menos, diez muertos en las carreteras españolas. Es cierto que en los últimos años, gracias a la modernización de las vías, los avances en materia de seguridad en los automóviles y a las campañas de sensibilización, se ha reducido considerablemente el número de víctimas mortales por accidentes de tráfico. Sin embargo, creo que mientras una sola persona pierda la vida en una carretera, no se puede hablar de éxito.

Desgraciadamente, parece que aún es necesario que cada año, al llegar estas fechas, la Dirección General de Tráfico presente una campaña publicitaria más impactante que la del año anterior. El problema radica en definir qué es impactante en esta materia; qué imágenes pueden realmente grabarse en el subconsciente del conductor, llevándolo a adoptar una actitud más prudente al volante.

Frente al uso de violentas recreaciones de accidentes, que buscan el impacto fácil en la retina del espectador, este año la campaña de la DGT se centra de nuevo en las consecuencias del accidente. No busca el impacto del choque, sino el impacto del sufrimiento de las víctimas indirectas del accidente, para quienes la vida ya nunca será igual.

Siempre he pensado que este enfoque psicológico es mucho más efectivo. Quizá a comienzos de los años 90 del pasado siglo, con unas escalofriantes cifras de fallecidos en la carretera –eran los tiempos de «Las imprudencias se pagan» o «Las imprudencias se pagan, cada vez más»– ese tipo de escenas cumplían bien su cometido. Sin embargo, hoy en día, el constante bombardeo de violencia al que nos somete la televisión casi nos ha insensibilizado por completo. O sin el casi.

La campaña de este año, sin recurrir a una sola imagen escabrosa, en cambio, me provoca un desasosiego que va en aumento cada vez que veo el anuncio. Porque no me pongo en la piel de quien sufre el accidente directamente en sus carnes, sino en la de quienes reciben un golpe aún más duro si cabe; el de saber que han perdido a un ser querido. Porque quizá es más fácil empatizar con la víctima que nada tiene que ver con el accidente que con la que, aún siendo víctima, lo es de su propia imprudencia.

En este sentido, sigo pensando que, de todas las campañas de tráfico que recuerdo, la más impactante fue la de 1995, quizá la más sencilla de todas y que seguía una línea muy similar a la de este añoUna simple fotografía, una voz en off y una música de fondo bastaban para mostrar crudamente cómo una imprudencia podía destrozar la vida de muchas personas y que «las imprudencias no sólo las pagas tú».

Por desgracia, a esos descerebrados que conscientemente ponen su propia vida en peligro, poco les importará quién pague las consecuencias de sus imprudencias.

Dirección General de Tráfico, En un segundo te cambia la vida, 2010.

Por cierto, la vista a este especial de El País que recoge todas las campañas de la DGT hasta 2008 es altamente recomendable.

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2 comentarios leave one →
  1. teniente d'hubert permalink
    martes, 6 julio 2010 8:10 am

    Desgraciadamente, a una de esas personas no solo le puedo poner nombre sino además cara, ya que conocía al guardia civil mortalmente atropellado en Las Palmas de Gran Canaria… ¡¡¡Ahora entiendo cuando hablan de la frialdad de las estadísticas!!! DEP, Francisco Javier.

  2. martes, 6 julio 2010 4:52 pm

    La verdad es que es triste @D’Hubert. Y mentiría si dijera que cuando leí la noticia no me acordé de un amigo común…

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