Lo hacemos mucho, pero mal
Un conocido fabricante de preservativos acaba de publicar los resultados de su estudio anual sobre hábitos sexuales. Según parece, los españoles practicamos mucho, pero no nos gusta el resultado. Al sexo se le dedica poco tiempo porque andamos crispados, estresados y cansados.
No puedo evitar preguntarme si habrán entrevistado a alguno de nuestros políticos para realizar este estudio, porque todavía no conozco a ningún español de a pie capaz de reconocer en público que no está satisfecho con su rendimiento sexual. Y menos, en una encuesta. Además, los datos cuadran. Pese a la frecuencia con que se realiza el acto, la tensión a que nos somete el actual ritmo de vida hace que no se disfrute debidamente y eso lleva a acumular más tensión. Y, claro, esta tensión se transmite a la vida diaria, muy lejos de la cama. Así, los ministros no dejan de discutir con los portavoces de la oposición al grito de “y tú, más”, mientras son abucheados y aplaudidos por el resto de los diputados, según el grupo al que pertenezcan. Tenemos un Congreso lleno de insatisfechos.
Tal vez, si nuestros dirigentes afrontasen sus relaciones con mayor aplicación y dedicándoles más tiempo estarían menos ansiosos, más relajados y, seguramente, nada crispados. Ni crispando al personal.