Todas las series viven en Madrid
Las comparaciones son odiosas. Igual que empezar una entrada con una frase hecha, pero hay veces que son inevitables. Después de preguntarme hace un par de días por qué ambientarán una serie en un lugar indefinido de Canarias, mientras hablo por teléfono con mi hermano, éste me hace caer en la cuenta de que las series de televisión españolas están ambientadas en Madrid.
Porque, salvo honrosas excepciones, procedentes de las televisiones autonómicas o algunas de las producciones de calidad que hacía Televisión Española en los años ochenta, adaptando clásicos de la literatura, cuya ubicación venía dada por la propia obra literaria, la trama de la mayor parte de las series españolas hipotéticamente transcurre en Madrid. Y es que las series españolas no se caracterizan, precisamente, por sus escenas en exteriores. Digo yo que, grabando en decorados, podrían ambientarlas no ya en cualquier lugar de España, sino del mundo, pero se quedan en Madrid. Debe ser que les coge más cerca.
Sin embargo, dentro del centralismo madrileño, es cierto que también existe una cierta indeterminación localizadora. Porque, ¿alguien sabe dónde está el Hospital Central de Telecinco, en que centro de salud trabajaba el doctor Nacho de Médico de familia, en qué barrio estaba el colegio de Compañeros, el instituto de Al salir de clase o el Hospital Universitario de M.I.R.? Bueno, a esto último sí que puedo responder: la entrada del Hospital es la de la Facultad de Comunicación de la Universidad Carlos III y la cafetería, uno de sus comedores. Que de alguna forma imaginativa tendrán que conseguir ingresos extraordinarios los centros educativos.
Las comparaciones son odiosas, porque, sin entrar en la calidad, que de todo hay, las series americanas están ambientadas en cualquier parte del país, desde Los Ángeles o San Francisco, hasta Boston o Nueva York, pasando por Springfield, una ciudad que nadie sabe dónde está, o el entrañable y remoto pueblecito de Cicely, en medio de Alaska. Las buenas series americanas, además de por una calidad técnica, que ya quisieran para si casi todas las españolas, destacan por emplear bastantes exteriores o, en su defecto, buenos decorados. Lo más curioso es que la mayoría no se graban en la ciudad en que se ambienta su acción. Doctor en Alaska, por ejemplo, se rodaba en Roslyn, en el Estado de Washington.
Por el contrario, en España, la acción de la mayor parte de las series sigue transcurriendo en lugares, ficticios o indeterminados, de Madrid, mostrando la escasa imaginación de los guionistas, que no se atreven a situar una serie en un lugar concreto, fuera de la capital, tal vez pensando que no nos podamos sentir identificados. Si es así, olvidan que una de las series de mayor éxito de la televisión de este país, pese al maltrato al que se ha visto sometida año tras año, ni se sitúa, ni se rodó en Madrid, sino en la localidad malagueña de Nerja.
Verano Azul, sin duda, es el ejemplo de cómo en España se hacían buenas series, en exteriores y lejos de Madrid. La pregunta queda en el aire. Si hace más de veinticinco años era posible, ¿por qué ahora no? Seguramente, las cuentas de resultados de las productoras españolas guarden celosamente la respuesta.