Noticias que nunca querrías dar
Lo que parecía que iba a ser una tranquila tarde de viernes de cierre de campaña electoral se convirtió, de golpe y porrazo, en una triste jornada de dolor, por partida doble. Desde el momento en que me enteré, al coger la guagua para ir a trabajar, supe que las noticias que redactaría hoy iban a ser de esas que jamás te gustaría escribir. Porque ETA había vuelto a matar.
Y, como siempre, acabó con la vida del más indefenso, del trabajador, del padre de familia, de un hombre que entró en política porque le preocupaban los problemas de su pueblo. Mató al que le resultaba más cómodo matar, a un ex concejal socialista que vivía sin escolta. A Isaías Carrasco.
Cuando llegué a la redacción me encontré con una situación extraña. Se trabajaba a un ritmo frenético, buscando los últimos datos, recogiendo todas las reacciones y datos que llegaban desde las delegaciones y de los redactores que se encontraban en la calle. Sin embargo, frente al ambiente casi festivo que se respiraba durante los dos debates entre Zapatero y Rajoy, para los que se preparó un amplio despliegue que movilizó a gran parte de la redacción, hoy una atmósfera de pesadumbre lo envolvía todo.
Nada más llegar comprendí que, a pesar del silencio reinante, apenas roto por el timbre de los teléfonos, una pregunta de algún editor y la emisión de CNN+, por desgracia, iba a ser una tarde muy rica en lo informativo. Y no me equivocaba, ya que las noticias se sucedían unas detrás de otras y había mucha información a la que dar salida. Y no sólo del atentado.
A media tarde, y por si el atentado era una ración demasiado escasa de malas noticias, llegó, primero el rumor y luego la confirmación. Unos trabajadores habían encontrado el cadáver de una niña en un muelle de la ría de Huelva. A falta de conocer los resultados de las pruebas de ADN, la policía está segura de que se trata de Mari Luz Cortés, una niña de cinco años que desapareció el pasado 13 de enero.
Por segunda vez en nuestra corta historia democrática reciente, los partidos políticos decidieron suspender la campaña electoral anticipadamente. Por segunda vez en cuatro años, el terrorismo irrumpe en la campaña electoral de la única forma que sabe: matando. Hoy, las fuerzas políticas intentan aparentar una frágil unidad que durante cuatro años se han encargado de dinamitar desde una y otra parte.
Los terroristas, una vez más, intentan amedrentarnos y pervertir el desarrollo del acontecimiento más importante de una sociedad democrática: las elecciones. Ante esta situación sólo puedo decir las mismas dos reflexiones que hice hace cuatro años, tras los atentados del 11-M.
La única respuesta posible un ataques terrorista es acudir masivamente a las urnas y demostrar a los asesinos que no nos vamos a dejar amedrentar por sus actos cobardes. Aquéllos que ya tuviesen decidido el sentido de su voto no deben permitir, tampoco, que éste atentado -ni ningún otro- les haga cambiarlo. Deben votar a la misma opción política a la que habrían votado si esta muerte no se hubiese producido. Si a causa del asesinato de Isaías Carrasco una sola persona cambia el sentido de su voto, eso significaría que los terroristas se han salido con la suya. Y, si eso ocurriera, la muerte de este padre de familia habría sido en vano.
Después de vivir una tarde así, el golpe que me di a mediodía y que me ha dejado el pómulo hinchado y un ojo morado, además una molesta sensación, me parece una soberana tontería.

Efectos de una tonta caída en mi ojo, algo morado.
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