Miércoles, segunda mitad de agosto
Aproximadamente en el momento en que tecleo este texto, se cumple el primer aniversario de la mayor tragedia aeronáutica que ha sufrido este país en los últimos años. Una forma muy fría y aséptica de decir que, hace justo un año, un accidente, el del vuelo 5022 de Spanair, nos destrozó el corazón.
Más allá de las tristes e interesadas polémicas sobre las posibles causas del accidente, sobre si la compañía y las instituciones han cumplido con lo que prometieron y sobre el tratamiento –amarillista o no– que los medios dieron a la tragedia y dan a su aniversario, esta jornada es –debería ser– para el homenaje.
Este 20 de agosto, lo que verdaderamente importa es hacer sentir a los familiares de las 154 víctimas mortales y a los que lograron sobrevivir a la catástrofe que no los hemos olvidado, que están en nuestros corazones, que parte de ellos está con nosotros cada vez que nos vemos obligados a tomar un avión. Y que lo seguirán estando durante mucho tiempo.
El día de hoy debería servir para decirles que, aunque sigamos volando, nuestro corazón también se rompió aquel miércoles de la segunda mitad de agosto.
[Fotografía de clarita/Morguefile]