Parece que fue ayer

Pensaba comenzar esta entrada escribiendo que parece que fue ayer cuando decidí embarcarme por tercera vez en la aventura de abrir una bitácora y ya han pasado tres años. Sin embargo, si iniciara así este texto, además de recurriendo a un manido tópico, estaría mintiendo. Porque es mentira que parezca que fue ayer.

Hoy, esta bitácora cumple su tercer aniversario. Desde que comencé a escribir, sin saber muy bien si esta vez sería la definitiva o, por el contrario, se trataría de otro experimento fallido, han transcurrido exactamente tres años. Y han sido 1.096 días intensos, tal y como atestiguan las más de 800 entradas publicadas, los más de 2.500 comentarios escritos y los alrededor de 163.000 visitantes únicos que ha recibido Un canario en Madrid en sus tres primeros años de vida virtual.

Tan intensos han sido que, por un momento, he tenido que pararme a calcular si hoy se cumplen tres años desde que publiqué la primera entrada o son más. Porque parecen más. El camino hasta hoy, con una media de casi 23 entradas al mes, ha sido duro, agotador y absorbente en ocasiones, pero también motivo de orgullo y satisfacción en otras.

Mentiría si dijera que, a veces, no he tenido ganas de cerrar el chiringuito; que no ha habido momentos en los que –por problemas personales, por agotamiento o porque parecía que a nadie le interesaba leer lo que había escrito– he pensado que no merecía la pena seguir escribiendo. Otras veces, en cambio, me lamentaba –y me lamento– por no tener más tiempo para escribir acerca de todo lo que se me ocurre y, al cabo de la semana, estar pagando por las muchas horas robadas al sueño.

Por eso, mentiría si, al volver la vista atrás, dijera que me parece que fue ayer cuando me lancé a esta aventura llamada Un canario en Madrid que, con sus momentos buenos y sus momentos malos, ha merecido la pena.

Y, por eso, mientras sienta que sigue mereciendo la pena escribir seguiré escribiendo. Fiel a mi compromiso personal. Fiel a mí mismo.

[Fotografía de priyanphoenix/Morguefile]