Dando el cante

Está claro que uno no puede ser bueno en todo. Siempre tiene que haber alguna parcela en la vida en la que no sólo no destaques, sino que, simple y llanamente, seas un negado. En mi caso, la música es una de esas cosas que nunca se me han dado –ni se me darán– bien. No sólo se trata de que cante mal, es que directamente no tengo oído y, encima, debí de llegar tarde el día que repartieron el sentido del ritmo.

A pesar de todo ello, cuando se trata de pasar un buen rato con los amigos, no me molesta demasiado agarrar (poco) el micrófono y lanzarme a interpretar un par de duetos con el SingStar si sólo se trata de eso, de reírnos todos juntos y pasar un buen rato. Y precisamente eso fue una de las cosas que hice con unos pocos buenos amigos la pasada semana, justo la última noche que pasé en Gran Canaria.

Sin embargo, aún hoy ando un tanto sorprendido con mi evolución durante esa noche, que se inició con una desastrosa versión de Amante bandido, de Miguel Bosé, para continuar con una discreta actuación con Carolina, de M-Clan y cerrar, quién me lo iba a decir, con una interpretación bastante aceptable de El universo sobre mí de Amaral. Eso sí que es extraño.

Menos mal que jugando a Password soy un hacha.

Amaral, El universo sobre mí, 2005.