Un susto de muerte
Aterrado, vio pasar toda su vida ante sus ojos mientras aquellos tres individuos enmascarados lo encañonaban con sus armas y lo arrastraban hacia la oscuridad de aquel desierto callejón.
Posiblemente se habría asustado aún más si hubiese sabido que debajo de aquellos pasamontañas se ocultaban las caras de sus, hasta entonces, tres mejores amigos que, hartos de sus constantes y pesadas bromas, se habían confabulado para darle un susto de muerte.
Lástima que se les fuera la mano.