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Repulsivo y adictivo

domingo, 11 julio 2010

A finales del año pasado, en una de mis, por aquel entonces, frecuentes visitas a la capital, me encontré con una montaña de libros en la zona de novedades de la Fnac, desde cuyas portadas una chica me miraba a través de lo que podía ser una cortina de ducha. La fotografía no me gustó nada y, precisamente por ello, cogí un ejemplar y comencé a hojearlo. Lo que me encontré era repulsivo y adictivo a partes iguales.

Porque la información que daba la contraportada y las pocas páginas que leí en ese momento, confirmaron la primera impresión que me había causado la simple visión de la portada de Zonas húmedas, primera novela de la escritora anglo-germana Charlotte Roche y editada por Anagrama. Lo que contaban las primeras líneas de la historia era desagradable a más no poder.

El libro, narrado en primera persona, comienza cuando su protagonista, una joven de dieciocho años un tanto inestable, está a punto de ser intervenida quirúrgicamente de una fisura anal que se causó mientras se depilaba sus zonas íntimas. Mientras espera a que comience la operación y, más tarde, mientras se recupera de ella, el personaje se dedica a repasar algunos episodios de su vida y, sobre todo, sus hábitos sexuales, a través de los que la autora construye un retrato psicológico de la protagonista del relato.

Sus costumbres higiénicas y sexuales, contadas de una forma extremadamente gráfica, no sólo resultan ser nada convencionales, sino bastante desagradables; repulsivas. Sin embargo, cuando quise darme cuenta, ya había leído una decena larga de páginas. Estaba enganchado. Ya no me quedaba más remedio que leerla, pero ese día ya me había hecho con un par de libros que llevaba algún tiempo buscando y decidí dejar su compra pendiente para más adelante.

La semana pasada me fui a La Casa del Libro con intención de hacerme con la novela. Sin embargo, por mucho que buscaba entre los autores extranjeros, no encontraba ningún ejemplar, a pesar de que la web de la librería indicaba que la tenían en stock. Así que, para no perder el tiempo decidí preguntar a uno de los dependientes quien, después de consultar en el ordenador y mirarme de forma extraña, se dirigió hasta la sección de libros eróticos. Clasificación que, por lo que ya había leído, me dejó bastante descolocado.

Ahora que ya la he acabado, aún no tengo muy claro si se trata de una novela buena o mala. Lo que sí que sé es que no se trata de una obra apta para todo tipo de lectores. Y, también, que yo nunca la colocaría en el estante de los libros eróticos.

Su lugar, sin duda, está en el de los escatológicos.

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