Incoherencias
Madrid casi se ha internado en la madrugada del 20 de julio, pero la temperatura apenas ha descendido un par de grados desde que el sol se ocultó, rozando las diez de la noche. Tengo todas las ventanas del piso abiertas, pero apenas corre nada de aire. El ordenador, igual que mi cerebro y casi todo lo que me rodea, salvo el interior de la nevera, vive apenas lo enciendo en un estado de permanente amenaza de combustión espontánea.
Abro Spotify en busca de algo de música con la que refrescarme –la lista se titula canciones del verano–, con la esperanza de encontrar algo de inspiración, pero Paulina Rubio me pide no usar ni una sola palabra.
Está claro que en estas noches infernales y tan llenas de incoherencias es imposible escribir nada con un mínimo de sentido. Me iré a la cama. Las sábanas, literalmente, queman. Una vez más, empiezo a hartarme del calor.
Paulina Rubio, Ni una sola palabra, 2006.