Distracciones
Cuando parecía que, al fin, había vuelto a encontrar un ritmo de publicación regular, llegan las vacaciones y, prácticamente, desaparezco de la faz de esta bitácora. Con sólo tres entradas publicadas desde el pasado sábado –y dos de ellas escritas con anterioridad–, parece que el patrón de que cuando vuelvo a Gran Canaria apenas escribo, se repite.
Porque resulta que, al parecer, la Isla es una auténtica fuente de distracciones para mí, si bien esta vez tengo unas cuantas buenas excusas con las que justificar mi ausencia. Así, el sábado y el domingo, asistí a unas interesantísimas jornadas sobre comunicación y, durante lo que llevamos de semana he tenido que solucionar algunos temas burocráticos, entre los que se encontraba uno que suponía dar carpetazo a una situación que quedó en suspenso hace justo cuatro años y cuya solución, aunque esperada, me ha dejado algo descentrado en estos últimos días.
Sin embargo, ahora que lo más gordo ha pasado –y hasta que decida escaparme en modo desconexión total durante unos cuantos días, que buena falta me hace–, intentaré volver al ritmo habitual de cinco o seis entradas semanales. Siempre que mi cabeza me lo permita.
Si no lo logro, habrá que esperar hasta que regrese a Madrid para recuperar el ritmo. Se ve que allí no tengo tiempo libre, pero sí muchísimas menos distracciones.
Antonio Flores, Siete vidas, 1994.