La periodista de moda

Parece que desde que Esperanza Aguirre se quejara amargamente de algunas de las preguntas que le hizo en su reciente visita a Los desayunos de TVE, Ana Pastor se ha convertido en la periodista de moda en este país. Innumerables menciones en Twitter y unas cuantas entradas en diversos blogs la definen como una entrevistadora perspicaz, a la que no le importa apretar a sus invitados, sin hacer distinción por su color político, hasta obtener la respuesta que busca.

Sin duda es una actitud con la que deberíamos sentirnos identificados todos los periodistas, porque se supone que un profesional tiene que ser crítico con lo que le cuenta su entrevistado, sobre todo si es un político que, como tal, siempre intentará venderle su punto de vista como si de una verdad absoluta se tratase.

Sin embargo, en este país estamos tan acostumbrados a sufrir un periodismo que no gusta de incomodar al poder político, que desde muchos foros se amagó con acusar a Ana Pastor de atacar a Aguirre por ser de un determinado partido, cuando, en realidad, lo que hizo fue ejercer su profesión: hacer las preguntas que el entrevistado no quiere contestar.

Y, si el periodista es un profesional (o una, si es ella), formulará el mismo tipo de preguntas, sea su invitado socialista, popular o de cualquier otro partido o ideología, tal y como demuestra un vídeo que recoge con algunos de esos momentos incómodos y que circula desde hace unos días por la Red.

Independencia, lo llaman y, al parecer, escasea.

Hace casi dos años, tuve la oportunidad de conocer a Ana Pastor, cuando aún se encontraba al frente de 59 segundos y, precisamente, se disponía a entrevistar a Esperanza Aguirre. Dos años después, Pastor confiesa que tiene debilidad por Esperanza Aguirre y, miren ustedes por dónde, debo confesar que yo cada vez siento más debilidad por Ana Pastor.

Que María Casado –a quien aún no he tenido el placer de conocer en persona– y alguna que otra periodista más cuyo nombre no voy a desvelar aquí me perdonen.