The unreal life
Dicen que los miembros de colectivos como los emprendedores o los periodistas freelance —dos simples eufemismos para designar a quienes toda la vida se han llamado autónomos— raras veces disfrutan de unas auténticas vacaciones. Si no facturas, no cobras, así que, casi con total seguridad, sea cierto. Sin embargo, siempre llega un momento en el que el cuerpo y la mente —sobre todo esta última— toman la decisión de que tienes que parar. Sí o sí.

The unreal life
Y, en mi caso particular, ante la disyuntiva entre un mes sin facturar o morir de agotamiento mental, gana la necesidad de parar. Tomar aire. Desconectar de todo y de todos unos días, aun sabiendo que hay que cuotas sociales que pagar y corriendo el riesgo de que algunos clientes no se lo tomen muy bien.
Frente a lo primero, poco puedo hacer, pero, por fortuna, lo segundo todavía no me ha pasado. De hecho, me ha sucedido justo lo contrario. Que me hayan animado a desconectar y olvidarme de todo. Incluso del dinero. Porque, en el fondo, por muchas dificultades económicas que podamos encontrar por el camino, no hay nada mejor que trabajar con buena gente.
Y, gracias a ello, aquí me tienen, iniciando una breve escapada dentro de este mes de teóricas vacaciones, en un hotel en el que solo dispongo de una hora de wifi gratis al día, dispuesto a desconectar de todos y todos, justo el día en el que nos levantamos con las noticias de la muerte de Emilio Botín y la hospitalización de los presidentes del Banco Sabadell y El Corte Inglés y nos vamos a la cama con la eliminación de la Selección española en cuartos de final del Mundobasket, a manos de Francia.
Pero me da igual. Nada de eso va a afectar a mis planes para los próximos cuatro días. Hasta el domingo solo pienso preocuparme de leer —al fin he atacado Memorias de una geisha y me temo que no me va a llegar al final de la semana—, avanzar en mi novela —apenas me he instalado y ya he escrito medio capítulo más— y tomarme unos cuantos mojitos junto a la piscina, cosa que he dejado para mañana. Al fin y al cabo, todos nos merecemos una pequeña dosis de desconexión de vez en cuando.
Unos pocos días, en fin, para vivir the unreal life antes de regresar a la siempre dura realidad del emprendedor, del periodista freelance o del sacrificado autónomo de toda la vida.
¿Una hora de wifi gratis al día? 😮 Espero que al menos puedas elegirla….
Ah, y que descanse usted y lo difsrute, y eso 🙂
El hecho de que solo sea una hora (y sí, me dejan elegirla, aunque una vez que empieza a correr no se puede parar) syudará enormemente a que descanse y disfrute. No obstante, gracias por los buenos deseos 😉
Pues mis vacaciones comienzan mañana, dos semanas en Cuba, donde nadie se imagina que es el WiFi… Espero hayas pasado bien las tuyas. 🙂