Diez años en el camino

Si el 3 de abril de 2007, cuando escribía la primera entrada de mi tercer intento más o menos serio de iniciar un blog, alguien me hubiera dicho que justo una década más tarde estaría sentado delante del ordenador escribiendo la entrada número 1.437 de esa bitácora probablemente le habría dicho que no apostara mucho dinero por esa opción, porque la experiencia decía que lo iba a perder. Justo diez años después, la historia cuenta que me equivoqué. Afortunadamente.

Porque, aunque desde hace algún tiempo su ritmo de actualización ha descendido bastante, lo cierto es que Un canario en Madrid –nombre que, por cierto, sopesé mucho porque hasta bastante tiempo después de comenzar a escribir el blog seguía generándome dudas–, nació con mucho ímpetu. Y así se mantuvo durante sus primeros cinco años de vida, coincidiendo con mis distintas etapas madrileñas y la eclosión de las redes sociales, con Twitter y Facebook a la cabeza.

Fueron, sin duda, los mejores años de esta bitácora, que me llevaron a conocer a muchísima gente, asistir a todo tipo de eventos y descubrir que, lejos de lo que sostenían los agoreros, Internet no aislaba a las personas, sino que les permitía conectarse mucho más. Gracias a este blog y su extensión en las redes, además de ampliar enormemente mi red de amistades, tanto virtuales como físicas, pude acceder incluso a alguna que otra oportunidad laboral.

Sin embargo, en los últimos años diversas circunstancias personales y laborales –entre ellas el trabajo más absorbente y, a la vez, más apasionante que he tenido en mi vida– me han hecho descuidar un poco mi presencia en esta bitácora y, también, en mis redes sociales. Pero, aunque sea muy de vez en cuando, puedo decir que diez años después sigo aquí. Una década más tarde, aquel tercer intento de blog con un nombre que no terminaba de convencerme es ya un veterano de la blogosfera española. Y, aunque hace ya un tiempo que necesita un lavado de cara, que haya llegado a cumplir sus primeros diez años vivo y con buena salud me hace respirar con un poquito de orgullo.

Porque todavía me quedan muchas cosas por contar. Y aunque no sé cuándo tendré tiempo o ganas para hacerlo, sé que sigo teniendo lo más importante: un lugar conocido, cálido y acogedor, al que desde hace diez años puedo, como hoy, acudir y compartirlo. A todos los que en estos diez años se han acercado a leer alguna de mis reflexiones, investigaciones sobre curiosidades, reseñas o paranoias sólo puedo decirles dos cosas: muchísimas gracias y no se vayan muy lejos.

Si acaso lo dudaban, el camino de Un canario en Madrid va a continuar al menos diez, veinte o treinta años más.

[Fotografía de Alexas_Fotos/Pixabay]