Un balance tras la más larga ausencia

Este 2017 que está ya a punto de acabar ha sido, sin duda, el de menor actividad en esta bitácora. Hasta cinco meses he sumado sin escribir una sola línea en este blog, más allá de actualizar mi –exigua– lista de lecturas de este año y renovar –puntualmente, eso sí– la frase que acompaña la cabecera de esta bitácora cada semana. Podría escudarme en el trabajo, que casi tres años después, lejos de normalizar mis horarios, los continúa trastocando casi a diario, o en que este ha sido el año en el que he empezado a independizarme por tercera y –espero– definitiva vez, con todos los líos que supone la compra y puesta a punto de una nueva casa.

A medio mudar desde septiembre, espero que, ahora sí, 2018 aporte normalidad a una vida que en los últimos tres años ha logrado estabilizarse y dejar atrás los malos momentos que llegaron con la crisis y la inestabilidad laboral, pero que nunca llegaron a derrotarme. Ahora, aunque el tiempo libre sea cada vez más escaso, puedo decir –o seguir diciendo– con orgullo que me gano la vida dignamente trabajando en lo que de verdad me gusta. En lo que siempre me gustó y en lo que luché por lograr.

Solo por eso, se perdonan todos los malos momentos que haya podido traer este 2017 al que despediremos en nada. Y, precisamente por eso, pondremos todo de nuestra parte para que 2018 sea mucho mejor. Para mí, y para todos ustedes.

Incluso, intentando escribir mucho más en esta bitácora, inmersa ya en su undécimo año de vida.

Un año más, ¡Feliz y próspero año a todos!

Mecano, Un año más, 1988.