Mucha policía
Parece que el foro de la Alianza de Civilizaciones propuesta por Rodríguez Zapatero está siendo todo un éxito. O al menos eso es lo que se desprende de la enorme presencia policial que había esta tarde en las calles de Madrid. O al menos en el eje Castellana-Recoletos-Paseo del Prado.
A pesar de la lluvia y el frío que nos ha acompañado durante toda la jornada, a media tarde tuve que abandonar el agradable y sofocante calor de la redacción para acudir a cubrir un acto en el Ateneo. Mientras esperaba la guagua, justo al final de Nuevos Ministerios, me extrañó ver que por Castellana circulaban demasiadas patrullas de la Policía Nacional.
Pero es que todo el trayecto hasta Neptuno estaba salpicado por motoristas, furgonetas y coches patrullas estacionados en los márgenes de las distintas avenidas. La misma estampa se repetía en los alrededores de la Carrera de San Jerónimo, donde a los citados vehículos policiales se unía un sinfín de coches oficiales con sus respectivos chóferes.
Era tal la cantidad de policía que circulaba hoy por Madrid que el bancario que aún vive en mi se pregunta a cuánto ascenderá el crédito que tendrá que habilitar el Gobierno para pagar las horas extraordinarias, porque no quiero pensar que han dejado otras zonas de la capital y alrededores sin vigilancia para proteger a las personalidades que han acudido a Madrid.
En cualquier caso, esta concentración de fuerzas de seguridad me llevó a estar todo el tiempo que duró el evento que fui a cubrir -menos el tiempo que estuve realizando entrevistas- tarareando mentalmente una canción del genial Joaquín Sabina, aunque sólo tenga en común con esta situación que en ambos casos lo único que hay es «mucha, mucha policía».
Salí del Ateneo pasadas las nueve de la noche. Mientras esperaba la guagua saboreando un café de Starbucks, a la vez que me calentaba las manos, todavía pasaron unas cuantas patrullas paseo del Prado arriba, pero nada comparado con lo que había visto durante la tarde. Hasta que llegué a la calle donde se encuentra la Agencia.
Allí, en la acera, justo delante de la puerta de acceso al edificio había más de seis motos de la policía nacional y mucha gente alrededor. Pregunté a uno de los vigilantes de seguridad qué pasaba y me dijo que alguien le había dicho que era «el no sé qué» de Malasia, que se le había antojado ir a cenar a un restaurante que está justo en frente de la Agencia.
¿Y todo este jaleo por un «no sé qué»? Pues debía ser un «no sé qué» muy importante. Total, que subí, escribí mi teletipo y me marché. Al bajar, del jaleo anterior ya no quedaba ni rastro.
Pero si lo dicen en la Agencia, debe ser verdad.
Joaquín Sabina, Pacto entre caballeros, 1987.
Espero que a la entrada del restaurante no se montara un pollo como este…
http://es.youtube.com/watch?v=9uA3c9dW9uM