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Las hijas del embajador

lunes, 26 mayo 2008

Ando todavía algo impactado y casi sin reaccionar, a causa de la sorpresa que me llevé esta tarde. Apenas había abandonado -técnicamente- territorio español para, sin salir de Madrid, entrar -técnicamente- en Alemania, cuando me encontré rodeado por siete jóvenes, recién llegadas del siglo XVII, que decían ser las hijas del embajador.

Unos metros más allá, junto al embajador de Alemania y su esposa, su homólogo del pasado, saludaba a los políticos, diplomáticos, actores, escritores y demás invitados a la presentación en Madrid del XXXI Festival de Teatro Clásico de Almagro. Se trataba del espectáculo Esencia barroca en el jardín.

Mientras tanto en los jardines de la embajada, unos caballeros se batían en duelo, los galanes cortejaban a sus damas -o a las invitadas- y las hijas del embajador se presentaban ante cualquier hombre joven que osara pasar a su lado, en busca de cautivar su corazón. Todo ello, bajo los acordes de la música de la época que dos grupos interpretaban en directo en uno de los salones cercanos al jardín.

Los personajes, que parecían haber escapado del libreto de cualquier obra de nuestro Siglo de Oro, no dejaban de bromear con los invitados y periodistas, maravillándose, extrañados, de los avances tecnológicos de este siglo XXI, que jamás hubiesen podido imaginar. Sin embargo, tampoco hacían ascos a las bandejas con copas de buen vino, jamón, queso manchego o canapés que portaban los camareros en el jardín, mientras en el salón continuaban la música y el baile.

Reconozco que la iniciativa de amenizar el cóctel con actores, que en ningún momento abandonan sus papeles, es una forma original de hacer más atractivo un evento como la presentación de un festival de teatro. Y más aún si es uno con tanta solera y encanto como el de Almagro. Informativamente, da mucho juego, tanto para los medios audiovisuales, como para los escritos. Y eso siempre es de agradecer.

Al final, fueron muchos los que sucumbieron ante los encantos de las hijas del embajador. Al menos, yo no pude resistirme.

Las hijas del embajador de Almagro

3 comentarios leave one →
  1. teniente d'hubert permalink
    martes, 27 mayo 2008 8:42 am

    ¡A fe mía, maese Jiménez, que más que hijas del embajador parecen mujeres de vida alegre! ¿No será que acaso ese vinillo tudesco os nublo la vista? 😀

  2. martes, 27 mayo 2008 10:03 am

    ¡Vive Dios, Teniente! Un servidor jamás prueba alcohol cuando está de servicio. Por mi honor que esas doncellas son las bellas y castas hijas del embajador.

  3. teniente d'hubert permalink
    domingo, 28 junio 2009 3:56 pm

    En relación con la cuestión que surgió ayer en relación con el etiquetado del licor de pomelo, he de decirte que, si consultas el texto del Tratado de Lisboa (y señalo éste por ser el más reciente) , verás que se firma, entre otros, por el Presidente de la República Federal de Alemania ( » Für den Präsidenten der Bundesrepublik Deutschland » ). De hecho, la República Federal de Alemania está celebrando su 60 aniversario:

    http://www.deutschland.de/thema.php?lang=4&thema=250

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