Vacaciones sin miedo

Después de más de dos años sin tomar unas vacaciones decentes, al fin, llega la hora de descansar física y mentalmente. Y estas vacaciones llegan justo después de una de las peores semanas de mi vida y, sin duda, la peor para 172 familias, las de los ocupantes del vuelo JK5022 de la compañía Spanair del pasado miércoles, día 20, que se dirigía a Gran Canaria.

Si todo va como está previsto -esta entrada ha sido escrita con anterioridad y programada para ser publicada una hora antes de la salida del vuelo-, en poco más de media hora debo embarcar en otro vuelo de Spanair, el JK5008, operado por un Airbus A320, según indica la página de la compañía, con destino Gran Canaria.

Dentro de la psicosis lógica después de la tragedia ocurrida hace exactamente una semana, tranquiliza algo que el avión no sea un MD-82, no sólo porque ése fue el modelo siniestrado, sino porque nunca me ha gustado demasiado, ya que es más ruidoso y, por lo general, más estrecho que los Airbus.

Hasta ahora, nunca he tenido miedo a volar. Si acaso, respeto. Sin embargo sé que este vuelo será probablemente el más duro de mi vida, atento a todos los ruidos que se escuchen en la cabina. El avión es estadísticamente el medio de transporte más seguro que existe y, para los canarios que vivimos fuera, no sólo necesario, sino habitual.

Puede que no sea un vuelo agradable, pero me niego a que, por culpa de la tragedia de la semana pasada, me asuste volar.

Porque prefiero vivir sin miedo.

Rosana, Sin miedo, 1996.