El difuso juego del ángel
Cuando el pasado mes de abril salió a la venta la novela de Carlos Ruiz Zafón El juego del ángel, con una tirada inicial de un millón de ejemplares, prácticamente todos los que hablaban de ella coincidían en señalar que iba a ser la historia de un éxito anunciado. Pasados cinco meses, parece que no se equivocaron. Aunque tampoco acertaron del todo.
Quienes, tras la publicación de la obra, se abalanzaron a las librerías en busca de lo último del escritor barcelonés tenían en la mente la fascinante historia de Daniel Sempere, plasmada en su primera novela, La sombra del viento. Sin embargo, la alargada sombra del viento parece pesar mucho sobre un juego que resulta ser difuso en demasiadas ocasiones.
El juego del ángel narra la historia de David Martín, un joven redactor de sucesos del periódico La Voz de la Industria. Protegido por Pedro Vidal, hijo del principal accionista del diario y firma estrella del mismo, sueña con llegar a ser un escritor de prestigio en la Barcelona de los años veinte. Sin embargo, sólo conseguirá cierto éxito como autor de varias series de folletines bajo el seudónimo de Ignatius B. Samson.
No poder conseguir el reconocimiento que desea, unido al contrato leonino que le une a los editores Barrido y Escobillas, lleva a Martín a poner en serio peligro su salud física, así como en seria duda la mental. Hasta que aparece en escena Andreas Corelli, un editor francés que le hará una oferta que no podrá rechazar.
Amores no correspondidos, crímenes, sucesos casi sobrenaturales, un broche con un ángel alado y constantes alusiones al ángel caído en un ambiente propio de los folletines escritos por el propio Ignatius B. Samson, se unen para dar forma a una historia entretenida, que consigue que el lector devore sus 667 páginas –quizá 666 habría sido más apropiado– casi sin darse cuenta. Aunque no consigue que, en demasiadas ocasiones, deje de preguntarse cuál es la historia que pretende contar el libro.
Y es que, sin desmerecer la prosa de Ruiz Zafón –personajes muy cultos, con independencia de su edad, que destilan grandes dosis de ironía y sarcasmo–, la trama de El juego del ángel se presenta algo difusa, ya que hasta muy avanzada la novela parece no acabar de concretarse. Y, aún así, el lector finalizará la lectura con una sensación extraña, agridulce, casi como si le hubieran hurtado algunas claves de una historia que depende demasiado de La sombra del viento.
Porque entre ambas novelas no sólo existen personajes comunes, como los Sempere, el librero Gustavo Barceló o el propio Cementerio de los Libros Olvidados. También existen demasiados lugares comunes en ambas obras.
En ambas historias los protagonistas son verdaderos amantes de los libros y ese amor será, precisamente, una parte importante de sus problemas futuros. Los paralelismos continúan en forma de amores imposibles, policías corruptos, tétricas mansiones aparentemente malditas, bastante misterio o un enigma de cuya resolución parece depender la vida del protagonista y narrador. Y la muerte, porque la muerte, en sus múltiples facetas, sobrevuela gran parte de ambos textos.
Sin embargo, la narración, cuidada y no exenta de calidad, es en la segunda novela para adultos de Ruiz Zafón mucho más tenebrosa que en la anterior, dotando a los personajes y las situaciones de un aura casi de historia de terror.
Hay que reconocer, además, un loable intento de describir el ambiente de la Barcelona de las primeras décadas del siglo XX, pero se queda muy lejos de la magnífica recreación de Eduardo Mendoza –mucho más extensa en el tiempo– en La ciudad de los Prodigios.
Al final, cuando el lector concluye el libro se queda con una sensación contradictoria. Ha devorado un best seller con vocación de ser algo más, en el que la historia que se cuenta parece no estar a la altura de esas pretensiones. La sombra del viento es demasiado alargada y el lector siente haber estado leyendo otra vez parte de la misma novela, pero con un argumento peor.
A pesar de que tras el éxito cosechado por la anterior ha tardado casi ocho años publicar esta novela, El juego del ángel no parece superarla. Al menos en lo argumental.
En las ventas será otra historia, pero ésa ya no es literatura.
Ruymán, has definido perfectamente la sensación que me quedó después de leer El juego del ángel. Sin llegar a no gustarme, tenía un regusto agridulce. Me alivia ver que no sólo me pasó a mí. Saludos.
Esther, por lo que me han comentado, puedo asegurarte que esa sensación es más que común entre quienes han -hemos- leído ambos libros. Saludos. 😉
Estamos en lo de siempre… Un buen libro puede ser un best seller pero un best seller no siempre es un buen libro. Tal vez la solución sería no leer un top ventas hasta que desaparece de las listas de más vendidos… Dejarlo, por así decirlo, en la nevera hasta ver cómo madura o si, lamentablemente, termina pudriéndose, acumulando polvo en los anaqueles de los grandes almacenes. Precisamente, un libro que ha madurado esplendorosamente es éste, que recomiendo con fruición…
http://www.casadellibro.com/libro-el-palacio-azul-de-los-ingenieros-belgas-premio-de-novela-cafe-g-ijon-2003/2900000954405
Ahora que he leido el libro coincido en que ese regusto final eclipsa el resto de aspectos de la obra. No digo que no posea una prosa de calidad, unos personajes más o menos redondos, unos diálogos aceptables, etcétera. Pero al final piensas: «o yo no entendí la historia y soy tonto, o a este tío se le fue la historia de las manos y no sabía cómo terminarla.» En cualquier caso, creo que le sobra mucha ambición, La sombra del viento tenía muchas menos pretensiones y creo que eso era parte de su encanto. Tal vez la presión de ese éxito sea difícil de superar.
Está claro que Ruiz Zafón estaba sobrevalorado. O eso, o sucumbió a lo de cómo superarte cuando tu primera obra es un éxito.
Un poco tarde encuentro esta entrada.
Si, me quedo cierto sinsabor al terminar este libro, sin embargo, este libro, que me lo topé de una forma muy igual a como te encuentra un libro en el cementerio de los libros olvidados, siendo el primero que leí de Zafón y sin conocerle anteriormente logré entenderlo muy bien. La verdad, ese sin sabor obtenido fue solo un momento ya que presto pasaron las horas y un par de días al pasar la última página fue tomando cuerpo y fue calzando todo suceso que llevo a tal descenlace. Para mi, quizá soy el único, fue una maravilla el habermelo encontrado, se volvió para mi un libro y una historia muy preciada.
Bueno, en pleno 2018 y a la posterioridad de la publicación del cuarto libro, «El laberinto de los espíritus», me parece que todo está conectado. Si bien en el momento fue confuso, ahora veo que todo fue planeado con anterioridad. No he terminado el libro, pero me ha atrapado; lo recomiendo muchísimo.