Y volvieron los enanos

Hace exactamente cinco años, tal noche como la de hoy –día arriba, día abajo–, estaba sentado en el recinto ferial de Santa Cruz de La Palma, esperando como un niño pequeño a que empezara la tradicional danza de los enanos. Unas horas después, ya al día siguiente y casi sin haber dormido, tuve la suerte de volver a verlos actuar en la Alameda.

En ese momento, tras casi dos semanas disfrutando de las Fiestas Lustrales de la Isla Bonita, adopté el firme propósito de, salvo causa de fuerza mayor, volver al cabo de cinco años para disfrutar de nuevo con los enanos.

Esos cinco años han transcurrido y, en ellos, mi vida ha cambiado radicalmente. Hoy, el trabajo –esa causa de fuerza mayor– no sólo me impide cumplir con mi propósito, sino que me mantiene a más de dos mil kilómetros de las Islas Canarias. No importa. Me conformaré con la deficiente emisión de la web de la Televisión Canaria, mientras aplazo la cita para dentro de cinco años.

Entretanto, buscaré algún vídeo en YouTube, con el que volver a disfrutar como un niño de la transformación de hombres como castillos en traviesos enanos danzantes al ritmo de una pegadiza polca.