El muerto vivo y el pulpo muerto

Poco después del mediodía, escuché casi gritar en la redacción que el pulpo Paul, –por si no lo recuerdan, era aquel cefalópodo alemán que alcanzó la fama durante el pasado Mundial de Fútbol por acertar qué equipo ganaría cada encuentro– había muerto. Alguien, en tono jocoso, respondió que habría que prepararle una doble (página), reacción que no me parece nada descabellada.

No me parece nada descabellada, sobre todo, después de enterarme de que su muerte encabezó los sumarios de algunos informativos de televisión, además de convertirse en una de las noticias más leídas del día, y de saber que el zoológico en el que vivía –y del que era el inquilino más rentable– ya le prepara un mausoleo. Más que nada, para seguir haciendo caja tras su muerte.

El Pulpo del Mundial, un familiar de Paul, posa para un catálogo de ofertas de Carrefour que me encontré en el buzón hoy mismo, al llegar a casa.

Posiblemente, poco después de las diez y veinte de la noche –por una vez, y sin que sirva de precedente, yo ya me había marchado–, alguien gritara en la redacción que Marcelino Camacho había muerto, tras leer un flash informativo lanzado por Europa Press, y, a toda prisa y, ahora sí en serio, pidiera una doble página para la segunda edición.

Sin embargo, el histórico líder sindicalista, de 92 años, no ha fallecido, aunque se encuentra ingresado en un hospital en estado grave. La agencia recibió un comunicado que lamentaba la muerte de Camacho y, sin contrastar la información, se hizo eco. Los medios recibieron ese flash y, confiando en la veracidad que se supone a la información facilitada por la agencia, lo difundieron y, claro, metieron la pata.

¿De quién es la culpa? Pues, aunque en distintos grados, de todos. De la agencia, por no buscar una segunda fuente que confirmara la información, y de los medios que la replicaron, por confiar en la infalibilidad de la agencia –y creer que había contrastado la noticia–, cuando todos nos podemos equivocar. Las prisas, querer ser el primero, dar la primicia informativa, en demasiadas ocasiones, llevan a este tipo de errores.

Porque Marcelino Camacho no es el primer personaje al que se mata sin que en realidad haya muerto y estoy convencido de que, por desgracia, no será el último.