Esa sensación de vacío en el estómago
Hoy, después de más de un año dándole vueltas en mi cabeza y tomando todo tipo de notas previas en un cuaderno, al fin he tecleado las primeras líneas del que espero que, en un futuro no sé si muy lejano, sea el manuscrito (en la tercera acepción del término que recogerá la futura vigésima tercera edición del Diccionario de la lengua española) de mi primera novela. Ya puedo decir que, oficialmente, mi primer proyecto literario serio está ya en marcha.
Lo cierto es que podría haber empezado a escribirla hace bastante tiempo, puesto que tanto las líneas generales del argumento como los personajes principales e incluso el arranque de la historia los tengo bien definidos casi desde el principio. Por tener, tengo decidido hasta un título provisional.
Sin embargo, la escasez de tiempo libre que sufrí el año pasado, unida al hecho de que aún no sé cuál va a ser el final y de que necesitaré recurrir a alguna clase de asesoramiento médico para poder rematar los primeros capítulos, durante mucho tiempo me sirvieron de excusa para no sentarme ante el ordenador.
Ahora, en cambio sí dispongo de tiempo libre (que no sé cuánto me durará), además de un flamante ordenador nuevo (que espero que me dure mucho tiempo) que me pide a gritos algo más de uso distinto al de vagar por Internet. Es cierto que aún no sé cómo va a acabar la historia ni he decidido todas las vicisitudes por las que va a pasar el protagonista (ya adelanto que es hombre y, provisionalmente, se llama Rafa), pero tampoco me preocupa. Hace tiempo que descubrí que llegado el momento, las historias adquieren vida propia.
De momento no puedo decir cómo afectará este proyecto literario –sin duda el de mayor envergadura que haya acometido hasta ahora– al ritmo de actualización de esta bitácora. Aunque espero que no se note demasiado, supongo que todo dependerá de la frecuencia con la que se presente esa sensación de vacío en el estómago que surge cuando tu cerebro comienza a vomitar ideas a un ritmo infinitamente superior del que tus dedos son capaces de teclearlas, traducidas en palabras.
Pero ya se sabe que la adrenalina es adictiva…
A por ella, Ruymán. Tú tienes cosas que decir y sabes cómo decirlas. Ve sin prisa, pero sin pausa. Gracias por difundir la convocatoria y mucho ánimo con este proyecto.
¡Gracias por los ánimos, @Alexis… y mucha suerte con Eladio Monroy! 😉