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Sobre cantantes, respeto y «putas preguntas»

jueves, 8 diciembre 2011

Iluso de mí, siempre había pensado que las ruedas de prensa servían para que los periodistas –con mayor o menor libertad, no vayamos a engañarnos a estas alturas– preguntasen a los comparecientes todo aquello que bajo su criterio pudiera tener cierto interés informativo. Por eso, hace ya unos cuantos meses, no dudé en sumarme a aquella iniciativa que pedía ignorar las comparecencias de representantes políticos en las que no se admitiesen preguntas. Porque eso no es información, sino propaganda. No sabía lo equivocado que estaba.

O, al menos, eso es lo que se deduce de las incomprensibles y desafortunadas declaraciones con las que la cantante Bebe arrancó la rueda de prensa de presentación de su último disco y que prácticamente todo el mundo ha calificado como una auténtica falta de respeto:

“Se supone que ahora los señores periodistas, con todo mi respeto, nos van a hacer algunas putas preguntas. Si hubieran sido súper detallosos (sic) podían haberle dicho a la compañía: ‘oye, no, después no vamos a preguntar’. Pero, bueno, entiendo que no se pongan en la piel del otro. Si vais a preguntar luego, bien. Si no, sois unos hijos de puta por hacerme que yo hable todo esto.”

Lo+40, Bebe, de «buen rollo» con la prensa, 2011.

Tras ver el vídeo, la primera pregunta que viene a mi cabeza –además de qué se ha bebido (por ser suave) Bebe (y perdón por el chiste fácil)– es, si no quieres responder las «putas preguntas» de los periodistas, ¿para qué los convocas a una rueda de prensa? La respuesta es sencilla: por la promoción. Enviar un redactor, en el caso de la prensa escrita y la radio, o un equipo, en el de la televisión, supone una inversión de tiempo y dinero, por lo que la presencia del periodista prácticamente garantiza la publicación. Es decir, la promoción.

Pero, claro, la publicidad siempre funciona mejor si el periodista no hace ninguna «puta pregunta» y se limita a repetir el discurso del político de turno o el contenido de la nota de prensa y lo simpática que estuvo Bebe cuando cantó una de las canciones del disco. Y punto. Lo malo de esta estrategia es que, entonces, la información se convierte en mera publicidad.

Por desgracia, esto es algo que sucede todos los días. Cuando se consiente, se falta al respeto del lector porque se le está vendiendo publicidad bajo la apariencia de información. Y los periodistas estamos ya muy cansados de ello. Por eso, nadie debe extrañarse de que cuando el incidente sale a la luz se convierta rápidamente en trending topic en Twitter y se mantenga entre los temas más populares durante más de 24 horas.

Bebe, con su actitud y sus palabras, insulta a los periodistas, pero falta al respeto de todo su público al maltratar a los encargados de transmitirles cómo es el trabajo que acaba de lanzar al mercado. Hay quien sostiene que esto era algo orquestado, una polémica artificial ideada para que se hablara de la cantante. Si así fuera –que tengo mis dudas– la estrategia ha funcionado. Durante dos días prácticamente todo el mundo ha escuchado hablar de Bebe. Pero me temo que no para bien.

Y, parafraseando a la propia cantante, eso es malo, malo, malo.

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