AQMA: Al principio era una canción (Reloaded)
Hace un año, un mes, tres semanas y un par de días me embarqué en un proyecto de, en aquel momento, dudoso resultado. Sin tener muy claro cómo ni de qué, pretendía escribir durante todo un año una entrada diaria inspirada por mis recuerdos audiovisuales de la década de los 80. Durante los dos o tres primeros meses, porque la lista de posibles temas se empeñaba en no crecer lo suficiente.
Sin embargo, no recuerdo muy bien cuándo ni por qué, los recuerdos empezaron a llegar. Y nunca solos, sino en oleadas que hacían engordar la lista de previsiones más y más. Así ocurrió en varias ocasiones, hasta que me di cuenta de que me quedaban muchos más temas por tratar que días para superar el reto. Algunas personas se pusieron en contacto conmigo y me pidieron que siguiera adelante. Pero Aquellos Maravillosos Años tenía fecha de caducidad: el 14 de febrero de 2014. Justo un año y 366 entradas después de su comienzo.
Pero, para entonces, ya lo había visto claro. Todos esos recuerdos que irremediablemente quedaron pendientes no merecían perderse en el olvido. Ellos, junto a todos los que aún se esconden en lo más profundo de mi cerebro, pero que luchan por salir a flote en cualquier momento tendrían una segunda oportunidad en forma de columna dominical aquí, en Un canario en Madrid, el lugar donde, quizá, empezó todo.
Y, tras algo más de un mes y medio de descanso, aquí estamos. Inaugurando la cita semanal, esta vez de duración indefinida, con mis recuerdos de Aquellos Maravillosos Años que si una vez comenzaron con la sintonía y cabecera de una serie que explicaba a la perfección la naturaleza del proyecto, hoy no puede hacer otra cosa que recuperarla en su versión íntegra y (casi) original.
Porque al principio era una canción, y la canción estaba en aquellos maravillosos años, y la canción eran aquellos maravillosos años.
Joe Cocker, With a little help from my friends, 1969.