Sor Renault

Una de las rutas que solía recorrer cuando salgo a correr pasa por delante de un colegio de monjas. Casi todas las noches solía ver aparcado dentro del patio, y resguardado bajo una especie de pasarela que une el edificio principal del colegio con la acera, un Renault Clío.

De mente calenturienta como es uno, no podía dejar de preguntarme cómo sería la monja que conducía aquel coche y me la imaginaba como una especie de remedo de la torpe y cinematográfica Sor Citroen. Las últimas veces que pasé por delante del colegio, hacia finales del año pasado, el coche ya no estaba allí. Luego, llegó el trabajo, dejé de correr con la regularidad que desearía y no pasé más por allí. Hasta anoche.

Ahora que he vuelto a salir regularmente –la media maratón del 24 de octubre está casi a la vuelta de la esquina y la tengo que correr sí o sí–, pasé de nuevo por delante del colegio. El coche seguía sin estar allí y yo no pude evitar preguntarme que habrá sido de Sor Renault y su coche.

[El fotograma de Sor Citroen lo saqué de aquí]