Mujeres salvajes (Wild women do)
Mediodía del sábado. Espuma de afeitar en la cara y David, mi barbero, acaba de cubrirla con una toalla caliente. En el hilo musical de la peluquería suena Wild Women do y yo trato de recordar en qué escena de Pretty Woman sonaba esa canción para no quedarme dormido tras una noche larga. O corta de sueño, según se mire.
Del otro lado del tabique que separa la zona de caballeros de la de señoras –y que no llega hasta el techo– llegan, de repente, retazos de una conversación. «Cuando estás leyendo un libro, puede pasar mucho hasta que te engancha», está, más o menos, diciendo alguien que supongo una clienta. «Claro, sobre todo si, como dijiste, la novela es lógica», le responde un peluquero. «Erótica, dije erótica», aclara ella marcando muy bien las sílabas la segunda vez que pronuncia la palabra.
Silencio a este y el otro lado del tabique. Natalie Cole continúa cantando: «Wild women do / what you think they’ll never / what you only dream about…». David se acerca con la navaja en una mano y me quita la toalla de la cara con la otra. Con una sonrisa en la boca y sin abrir los ojos busco en qué pensar para no dormirme…
Natalie Cole, Wild women do, 1990.