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El tiempo está loco, loco, loco

lunes, 9 julio 2007

Dicen que el tiempo es el tema de conversación más socorrido entre personas que apenas se conocen, pero a las que las reglas de la cortesía obligan a mantener una charla forzada. Creo que a todos nos ha pasado alguna vez: coincidir con un vecino al que conocemos de vista en el ascensor, un amigo o amiga de un amigo que nos acaban de presentar, encontrarnos en la cafetería con un profesor, un jefazo o algún cliente y no tener otro asunto del que hablar. Sin embargo, en las últimas semanas, el tiempo se ha convertido, por derecho propio, en uno de los temas estrella.

No me refiero a tener que responder a la típica frasecita ignorante de la realidad canaria, que viene a decir algo así como «pues no te quejarás de calor en Madrid, porque en Canarias estarías asándote». Pues no, no estaría asándome. Vivo en Canarias, pero no dentro de un volcán. Que si aquí estamos a 35 grados y en Sevilla están casi a 40, en Las Palmas de Gran Canaria apenas se superan los 28. Con una humedad del 80%, vale, pero, al menos, los alisios llegan a la tierra refrescados por el Atlántico y el aire no es seco, asfixiante y contaminado como el de aquí.

El tiempo se ha convertido en el tema estrella porque, al parecer, no es normal lo que está pasando. Ayer fue un día de muchísimo calor, al igual que el sábado, y, sin embargo, no tanto como otros años. Por el contrario, hoy los termómetros nos dieron un respiro e, incluso, el aire, que corría en abundancia, era fresco. El problema es que, con tanto cambio, uno no sabe cómo estará el día mañana: si tocará deshidratarse por las calles, o en un vagón de metro, o helarse bajo el aire acondicionado de la redacción, o la ausencia de éste en un vagón de metro, que de las dos clases hay.

Estos desvaríos meteorológicos, además, son un gran problema cuando tienes que acudir a una rueda de prensa o a un almuerzo informativo ya que nunca sabes si llegarás fresco como una rosa o, como diría mi madre, sudando como un pato. El único consuelo que me queda es que, al menos, las inclemencias de este clima tan extraño las sufrimos todos los informadores por igual. Quienes organizan los actos, sin embargo, siempre están impecables con sus chaquetas y corbatas. Claro que ellos llegan en un coche oficial, con su aire acondicionado y su chófer. Así, desde luego, no se va a sudar.

Por otro lado, el tiempo también sirve como excusa para llenar varios párrafos de texto cuando realmente uno no sabe qué contar, pero no le apetece quedarse callado. Y es que, muchas veces, este calor seco que viene y va tampoco deja pensar con claridad.

4 comentarios leave one →
  1. Javier permalink
    domingo, 13 julio 2008 1:54 am

    Te referiras a la capital claro,por que en el Sur de la Isla no hace esa temperatura ni por asomo,y en la playa del Ingles y Maspalomas la temperatura es lo mas parecido a un desierto.Claro que si subes a la montaña lo mismo con suerte en Abril encuentras nieve.
    O es que no conoces los microclimas de tu propia Isla y tambien haces fracesitas ignorantes?.
    No todos los «Godos» como os gusta llamarnos somos iguales,no es bueno meter a la gente en el mismo saco,lo mismo que no es bueno ese comentario de la realidad canaria majete….

  2. domingo, 13 julio 2008 9:19 am

    Javier, si has leído la entrada, verás que digo que «en Las Palmas de Gran Canaria apenas se superan los 28», luego, sí, me refiero a la capital ya que ésa era la temperatura que se registraba hace un año, que fue cuando escribí esta entrada (desde Madrid, por cierto).

    Por otra parte, creo conocer muy bien los microclimas de mi Isla, no com tú, ya que ni Maspalomas se parece a un desierto (ya quisieran en el desierto estar a treinta y pico grados), ni hay nieve en la Cumbre -que no la montaña- en abril. Con suerte, la tenemos un par de días en febrero. Ahora bien, si te refieres al Teide, está en Tenerife, no en Gran Canaria.

    Y en cuanto a la presunción de que llamo «godos» a los peninsulares, se nota que no has leído demasiado de lo que escribo. Aquí hablo de cosas que me han pasado y, por tanto, creo que en ningún caso he generalizado ni he insultado a nadie.

    Siempre he sostenido que no es lo mismo un godo que un penínsular. Tengo muy buenos amigos penínsulares, algunos viviendo en Canarias. Pero, como tú bien dices, no es bueno generalizar -aunque tú lo hagas- y hay quien, por sus acciones, se autocalifica como godo.

    En cualquier caso, te agradezco tu comentario y te invito a que leas algo más de este blog. Verás como cambias tu impresión sobre lo que escribo. Un saludo.

  3. Silvia permalink
    martes, 29 septiembre 2009 4:46 pm

    Que traquina con lo de «godo» y «peninsular». Los canarios sabemos que un peninsular es toda aquella persona que proceda de una península, ya sea la Ibérica, la de la Isleta o la de Jandía, pero lo de referirnos a los procedentes de la península Ibérica como «peninsulares» no es ni despectivo ni insultante. Lo de «godo» por lo menos por mi parte si, y aunque no sea correcto usarlo, yo seguiré llamándoselo a aquel «peninsular» que me menosprecie por mi manera de hablar y por ser de dónde soy, que los hay, aunque algunos digan lo contrario. Eso te lo aseguro yo que lo he vivido y en mi propia tierra.

  4. Silvia permalink
    martes, 29 septiembre 2009 5:00 pm

    Para explicar mi caso más llamativo en particular. En un viaje de Gran Canaria a Lanzarote, una pareja de «peninsulares» que estaban sentados delante de mi conversaban sobre la manera de hablar de los canarios, calificativos como analfabetos por no pronunciar la «S» o la «Z», que no sabemos utilizar los tiempos verbales, que eso de ¡Ñoooossss! si lo habíamos sacado del lenguaje del «guanche cromañón»… tal y cómo te lo cuento. Me quedé muerta. Si esa es con la tolerancia con la que salían a conocer mundo, mejor que se quedaran en su casa. A eso le llamo yo «godos de ….». Una cosa es que algo no te guste y des los argumentos que quieras sin faltar el resperto a una cultura y una forma de ser diferente a la tuya, y otra decir todo lo que he comentado antes.
    También he encintrado algún otro caso cómo «es que no sabéis hablar».
    Sin embargo son más las personas que les parece graciosa y curiosa nuestra forma de hablar y nos respetan, pero vamos, que de los que he hablad antes, hay pocos, pero haberlos, haylos.

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