Mi Isla se quema
Fue como un jarro de agua fría. Ayer por la tarde, estaba revisando teletipos y me lo encontré. Así, sin anestesia. De golpe. Un voraz incendio había comenzado hacía unas horas a devastar las Cumbres de Gran Canaria.
Era la segunda mala noticia del día. Ya a mediodía me había encontrado con que otro incendio estaba próximo a invadir la zona protegida del Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera.
Enseguida me puse a mirar la prensa local, pero todos los periódicos habían tirado del mismo teletipo con el que me encontré yo. Al llegar a casa, ya de noche, me conecté a internet. En La Gomera la cosa mejoraba algo, pero en Gran Canaria iba a peor: las llamas ya habían llegado a Inagua. Con esa pena y unas cuantas fotos del Canarias7 me fui a dormir. Esta mañana, más de lo mismo, pero con más hectáreas quemadas y el fuego aún sin controlar.
Por supuesto, se hablaba de que había sido provocado. Además, cuentan que hay calima, temperaturas muy altas y muy poca humedad. El caldo de cultivo perfecto.
Hoy estuve fuera de casa todo el día, así que al volver lo primero que hice fue informarme de las novedades. Ya habían detenido al presunto autor que, al parecer, no tardó en confesar. Es un guarda forestal, precisamente uno de los encargados de tratar de impedir que se produzcan estas catástrofes. De hecho, fue quien alertó del fuego.
Hace años que se habla de que muchos pequeños incendios son provocados por agentes forestales que, así, se aseguran la renovación de su contrato. Siempre me había resistido a creerlo del todo, pero parece que va a ser verdad. Lo malo es que esta vez la situación se ha ido de las manos y, a esta hora, ya han ardido más de 2.200 hectáreas y el fuego sigue avanzando en cuatro focos sin control. Hablan ya de un incencio «de dimensiones históricas».
Hoy es un día triste aunque lo que arda sea pino canario, que, como el fénix, rebrota tras el fuego. Hoy es un día triste, porque un individuo, para asegurarse un trabajo, provocó un incendio. En estos momentos, él está en la cárcel, pero, mientras tanto, mi Isla se quema.
la verdad que sí… yo también tuve el mismo sentimiento de tristeza. Le asombra ver a uno como el trabajo que la naturaleza se ha tomado a lo largo de decenas, cientos de años lo echa abajo la mano del hombre en unas pocas horas. Lo único positivo, lo que comentas, la enorme restistencia del pino canario al fuego.. aunque ennegrecidos pronto volveran a dibujar de verde el monte
Aún así, cada vez duele más y aumenta la sensación de impotencia. No puedo evitar recordar el trágico incendio de 1984 en Garajonay o los del año pasado en Galicia.
La foto del satélite que publica Canarias7 es para llorar. Un verdadera pena.
El calor de lo más sofocante, la humedad pegajosa a más no poder pero el ardor interno que produce saber que un degenerado en sus principios se está cargando lo más bonito de esta isla me hace parecerme a un dragón enfurecido (en mi hablar del Norte he pensado en varias formas de «castigarlo» que no es propio de una «señorita» reproducirlas aquí!jaja). Solo le podemos desear lo mejor a toda la gente que está volcada en los trabajos de extinción y esforzarnos para que una tragedia como ésta, no vuelva a suceder.