El saber ocupa bastante

Siempre he escuchado que el refranero recoge gran parte de la sabiduría popular. Puede que en muchos casos sea cierto, pero no en todos. Porque quien dijo eso de que «el saber no ocupa lugar», o nunca estudió o era un hipócrita. El saber ocupa bastante tiempo y, sobre todo, espacio.

Es increíble la cantidad de libros que puede uno acumular en muy poco tiempo. Reviso la lista de lecturas pendientes que escribí en el mes de abril del año pasado y descubro que no sólo no he leído muchos de los libros que la componen, sino que ha aumentado considerablemente. Cuento los volúmenes que abarrotan uno de los estantes de mi habitación y suman más de veinte. Y ahí sólo están los que leeré en los próximos meses.

Miro donde aguardan los libros ya leídos a que los meta en la maleta, para partir rumbo a Gran Canaria, y vuelve a haber más de diez. Porque no cuento los que ya me he ido llevando poco a poco. Además, los libros de consulta, antiguos apuntes, notas, recortes, artículos y cuadernos varios ocupan cajones y estanterías en el cuarto.

Presa del pánico, me pregunto qué haré con todo esto el día que tenga que marcharme de Madrid. Porque, por mucho tiempo que emplee, gustosamente, en leer, sé que la lista de libros continuará creciendo. Todo será cuestión de ir enviando cargada de libros a cualquier persona que desde Gran Canaria se decida a aparecer por aquí.

Ahora bien, el próximo que me diga que el saber no ocupa lugar va a llevarse una buena bronca. Advertido queda.